Raúl Flores Martínez.
Ayer hablábamos de lo mal que están los jueces en México, tal parece que los favores personales o el dinero, es lo que mueve la justicia en este país que poco a poco se va pudriendo en la corrupción a plena luz del día.
Resulta que la ya de por sí, quemada Magistrada de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Yasmin Esquivel obtuvo una suspensión provisional, para evitar que se siga investigando o se hable sobre el proceso que se le lleva a cabo dentro de la UNAM para determinar si plagio o no su tesis.
Es obvio que con estas argucias legales, está tratando de darle tiempo a sus operadores de limpiar el camino para que quede limpia a pesar de que ya tiene sobre sus hombros, todo el escarnio y desconfianza de los ciudadanos.
Aquí no aplica la ley, en este caso de la consentida del mesías tabasqueño, la ley es lo que menos importa, total la apuesta es segura, esa apuesta del olvido ciudadano a cambio de algunos billetes bimestralmente.
Qué confianza se le puede dar a los impartidores de justicia, si a lo largo de la historia se han exhibido sus corruptelas, si poco a poco se entiende que la ley se aplica únicamente en aquellos que la pueden comprar, la ley en México, no es para aquellos jodidos que no tienen para pagar un abogado, mucho menos para dar unos pesos en los ministerios públicos o pagar grandes cantidades a jueces.
Ejemplos puede haber muchos, los hemos descrito en este espacio; cientos de personas se están pudriendo en las cárceles por el mal actuar de algunas autoridades, sobre todo por no tener el dinero para poder pagar la justicia que se supone, está al alcance de todos.
Un ejemplo claro, son todas aquellas mujeres que viven esperanzadas en una ley libre de violencia, una ley que está escrita solamente, porque en la práctica es letra muerta, solo basta echarse un clavado en las estadísticas de fallos judiciales y las condenas para darse cuenta, quienes son los que están en las prisiones.
Hasta cuándo tendremos un sistema de procuración e impartición de justicia, dónde los moches, los “apoyos” o los compadrazgos, sean los que hablen en los juzgados.
Quizá sean las propias personas afectadas por esta justicia “pronta y expedita”, las que estén buscando la nueva forma de exhibir a los jueces corruptos que por unas pocas monedas, le cambian la vida a familias enteras.
Hasta cuándo el Poder Judicial de la Federación y los distintos Tribunales Superiores de Justicia de los estados, podrán dar a conocer, quiénes de sus jueces han dado fallos impropios a cambio de unas monedas, ese día México subirá de nivel.
