Raúl Flores Martínez.
Casualmente en México, no se tiene una cifra o un aproximado de mujeres, niñas, niños, jóvenes o adultos mayores que están dentro de las redes de las organizaciones criminales dedicadas a la Trata de Personas.
En la actual administración, las víctimas mujeres de cualquier delito, son solo cifras o estadísticas que con faltar a un evento o no darlas a conocer, desaparece el delito, así de fácil, sin esfuerzo y sin desgastarse en darle la voz a los colectivos que gritan su frustración por la falta de apoyo a las familias de las y los ausentes.
Les pondré un ejemplo, sencillo sin rebuscar mucho a la investigación periodística. El pasado sábado acudí al municipio de Chalco, Estado de México a entrevistar a Elizabeth Ayala madre de Abigail Robles Ayala de 14 años, quien llevaba desde el 9 de noviembre del 2022, ausente de su hogar.
Conforme se fue dando la entrevista, los datos fueron por demás reveladores. La joven se ausentó de su hogar impulsada por el convencimiento de un joven de 22 años, que, de acuerdo al Código de Procedimientos Penales Federal, cae en el delito de corrupción de menores.
Además de que los elementos de la agencia del municipio de Valle de Chalco de Fiscalía General de Justicia del Estado de México, solo tienen a un elemento de investigación para el caso de las desapariciones en cuatro municipios; es decir, un solo hombre para los municipios de Chalco, Amecameca, Ixtapaluca y Valle de Chalco.
Esta falta de compromiso, genera que las organizaciones criminales dedicadas a la Trata de Personas, vean en la sustracción, robo, secuestros, captación de víctimas, un negocio redondo en dólares que sigue creciendo gracias al encubrimiento de las Fiscalías y Procuradurías que no hacen su trabajo de investigación.
Algo que debemos rescatar del último Informe Mundial sobre Trata de Personas, presentado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, es que a nivel global, el número de condenas por el delito de trata de personas también disminuyó 27 por ciento en 2020 con respecto al año anterior, con descensos más pronunciados registrados en el Sur de Asia (56 por ciento), Centroamérica y el Caribe (54por ciento) y Sudamérica (46 por ciento), acelerando una tendencia a más largo plazo registrada por UNODC desde 2017.
En el caso del análisis de casos judiciales que se presentó en el informe, se demuestra que las víctimas de trata de personas, cuando son identificadas, escapan de los tratantes por su cuenta y, de hecho, son “auto rescatadas”.
Cabe destacar que hay más casos de víctimas que escapan y denuncian a las autoridades por iniciativa propia (41 por ciento) que casos en los que las víctimas fueron localizadas por las autoridades (28 por ciento), mientras que los rescates por miembros de la comunidad y la sociedad civil (11 por ciento).
Y las cifras de México, simplemente no existen. Esto se debe a que casualmente el funcionarios de la Secretaría de Gobernación, quien era el encargado de dar las cifras de México en este informe, simplemente no llegó bajo pretexto del tráfico de la ciudad de México, una estrategia que se utiliza en está Cuarta Transformación para no revelar que el delito de la Trata de Personas en el país, tuvo un incremento potencial.