Rubén Cortés.
Deben palidecer los comentócratas mexicanos que se obnubilaron con el “gran demócrata” Gustavo Petro, cada vez que este abre la boca y se parece más al mandatario mexicano y al dictador Maduro: ahora dice que la gente huye del populismo, debido al sol.
Ayer dijo que siete millones de venezolanos han huido a causa de los embates de los rayos del sol, y se van a buscar agua en otros países. Ajá: que no huyen de una dictadura acusada de crímenes de lesa humanidad en la ONU, ni del país más pobre del mundo.
Eso se le ocurrió a Petro, porque no puede criticar al régimen chavista que lo mantuvo durante años. Sin embargo, la migración desenfrenada que provocó el populismo castrochavista, rompió en dos décadas la pirámide poblacional venezolana.
En Venezuela, nueve de cada 10 personas viven en la pobreza, a pesar de ser el país con las mayores reservas probadas de petróleo en el planeta. Sin embargo, la inmensa mayoría de los venezolanos son incapaces de cubrir sus necesidades más básicas.
Puro veneno populista: la mezcla pobreza-migración redujo los nacimientos y aumentó la mortalidad y el envejecimiento, a niveles de países que estuvieron en guerra, y en donde la población joven se perdió por el conflicto… sólo que en Venezuela es porque migraron.
Pero Petro dice que migraron debido al cambio climático, aunque su propio país es el que más venezolanos ha tenido que acoger: 2.5 millones de pobres, expulsados por la crisis política, social y económica generada por la dictadura populista.
No Petro no es ningún demócrata: ganar una elección democrática no hace demócrata al ganador. Petro es defensor de dictaduras y simpatizante abierto del crimen organizado, que ve a los capos como producto nacional, surgido como resultado de la pobreza.
En noviembre, dio una pista de la procedencia de parte del dinero que llega de Estados Unidos a los países populistas productores de migrantes: “Nuestro peso, en Colombia, se devaluó, porque los dólares de la cocaína se quedan en México”.
Defiende al narcoestado en que convirtió a Venezuela el chavismo, al extremo de que el dictador Maduro no puede viajar a países democráticos por miedo a ser arrestado por la DEA: este mes no pudo ir a Brasil ni a Argentina. Sólo se arriesga a venir a México.
En México, Maduro es considerado amigo, al igual que Evo Morales, Pedro Castillo, Daniel Ortega y Díaz-Canel: una caterva de represores y prohibidores de las libertades individuales, aliados de Rusia, Irán, Libia, Siria, Libia, Senegal, Somalia, Sudán, Burkina Faso…
Pero Maduro, no se olvide, es considerado por la ONU criminal de lesa humanidad: asesino de cinco mil opositores y torturador de cuatro mil, “como política de Estado”.
¡Que amigo!