Rubén Cortés.
Más allá de lograr que aterrizara en Santa Lucía, con el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, no le fue bien al presidente en la cumbre: debió prometerle dialogar con los empresarios y, aun así, Trudeau pidió a sus gobernados no visitar México.
Los gestos de aburrimiento muy grande del canadiense, por el largo discurso del mexicano son anécdota, y quedan como muestra da impaciencia de políticos más jóvenes; al igual que los del presidente chileno Gabriel Boric, durante su visita a México.
En cambio, fueron serios los reclamos y la tirantez del visitante por la política energética del gobierno de México contra las empresas canadienses aquí, relegadas para beneficiar a las empresas estatales, lo cual viola los reglamentos del TMEC.
Las empresas canadienses han invertido en México nueve mil millones de dólares en el sector energético, pero su dinero está en el aire, debido al enfoque de economía socialista instaurados por el mandatario mexicano en la Comisión Federal de Electricidad.
Sin éxito, los empresarios canadienses llevan más de medio año en búsqueda de un canal de diálogo con el presidente mexicano, para reclamarle que no se cambian las reglas de juego a la mitad del partido; así como seguridad jurídica y previsibilidad.
Ayer, tras reunirse con Trudeau, el mandatario mexicano, reconoció que existen diferencias, pero prometió resolverlas. Una de las empresas es TransCanada, que busca construir un gasoducto en el Golfo de México abastecer de gas al sureste.
Sin embargo, Trudeau no tuvo ninguna consideración política con la promesa de su anfitrión: minutos después emitió a los canadienses una alerta de viaje a 14 estados de México, por los altos índices de actividad criminal y secuestro.
Pidió tener un alto grado de precaución al visitar México, luego de la captura de Ovidio Guzmán y los hechos violentos en Culiacán: “Eviten viajes no esenciales, no intente cruzar bloqueos de carreteras, incluso si parecen desatendidos, busque refugio…”
A diferencia de Biden, el Primer Ministro de Canadá fue incisivo ante el presidente mexicano, en temas políticos que a éste le disgustan, como el de la clase media, a la que se refiere como “individualista, egoísta y muy enfocada a progresar”.
Pero Trudeau le recordó que “somos, ambos, países progresistas que respetan la oportunidad, la justicia, la igualdad para todos, empleos para la clase media y quienes se esfuerzan para progresar y quieren una América del Norte más próspera”.
Pues sabe de qué habla. Según el Inegi, 6.3 millones de mexicanos dejaron de pertenecer a la clase media, por lo que sólo hay 37.2 por ciento de clasemedieros, la cifra más baja desde 2010. Sin embargo, en 2018, la proporción era del 42.7 por ciento.
No, con Justin Trudeau no le fue bien.
