Rubén Cortés.

 El presidente sabe bien lo que dice, cuando dice (como ayer) que “ayudando a los pobres voy a la segura porque ya sabe que de que cuando necesite defender mi sistema cuento con el apoyo de ellos: es un asunto de estrategia política”.

 Antes, lo dijo su escudera Yeidckol Polevnsky, al anunciar la aniquilación de la clase media mexicana. “El problema es que, cuando los sacas pobres y llegan a clase media, se les olvida quién los sacó de pobres”.

 La misma idea que en Cuba, Venezuela y Nicaragua: fabricar pobres para afianzarse en el poder, con personas que piensan poco, como aseguró el presidente ayer: “Los pobres me defienden, pero no me defiende la clase media”.

 Esa fábrica de pobreza aumentó en 2022: más de 2.5 millones de mexicanos huyeron para trabajar en lo que sea en Estados Unidos, así como 328 mil 443 nicaragüenses de Nicaragua, y 255 mil cubanos de Cuba. Donde llega el castrochavismo no vuelve a salir ni la hierba: es corrosivo y tiránico.

 Pero hay que insistir en que el presidente sí sabe lo que hace, aunque a muchos de sus opositores lo crean un orate. Él gobierna a conciencia para su piso de 15 millones de votantes cautivos, y sabe cómo contentarlos.

 No solamente desprecia al sector instruido (al que se refiere como “de licenciatura para arriba”), tampoco le interesa. De ahí que durante la pandemia le advirtió: “Si van a quebrar que quiebren; si no pueden pagar las escuelas, que lo vean con los dueños”.

 Se levanta por las mañanas y habla dos horas para los 15 millones de votantes cautivos que trae desde la elección presidencial de 2006, quienes viven muy felices, porque no miran más allá de sus narices, como canta su trovador favorito: Silvio Rodríguez.

 Veamos, otra vez:

 –En 2006: obtuvo 14 millones 756 mil 350 votos

 –En 2012: obtuvo 15 millones 848 mil 827

 –En 2018: obtuvo 30 millones 113 mil 483

 –En las intermedias de 2021: obtuvo 16 millones de votos.

 –Revocación de Mandato 2022: obtuvo 15 millones 159 mil 323

 Ese piso creció en 2018, con la veleidad de una masa políticamente correcta que, en 2006 y 2012, lo veía como “un peligro para México”, pero que se le olvidó y le regaló la descomunal cifra extra de 15 millones de votos.

 Él vale su piso de votos, esté o no en el poder. Con ese piso es con el que “voy a la segura cuando necesite defender mi sistema”. Con ese piso casi gana en 2006 y perdió por cuatro millones en 2012.

 Apenas necesita conseguir cuatro millones más para Sheinbaum, y seguirá gobernando desde su rancho.  

 Sí: “Es un asunto de estrategia política”.

Lo dice con descaro. 

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