Héctor Moctezuma de León.
El motín y la fuga de reos, el domingo pasado en el Cereso No. 3 de Ciudad Juárez, vino a destapar nuevamente la cloaca que existe en los penales, no de ahora, desde siempre los privilegios para los reclusos pudientes siempre han existido: el ingreso de armas, drogas, mujeres y vino, televisión, celdas con comodidades, no hacinados como los presos pobres, salidas por las noches, y comidas de la calle al gusto de quien puede pagar.
¿A poco señora, Rosa Isela Rodríguez, Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana en el actual gobierno, no se había dado cuenta que los directores de los llamados Centros de Readaptación Social, son unos corruptos que por una cantidad nada despreciable les permiten a los presos con billetes producto de la corrupción, que hagan lo que quieran?
Rafael Caro Quintero pasó los primeros meses, después de su aprehensión en Costa Rica en un Reclusorio de la Ciudad de México, en el Norte si mal no recuerdo, en donde organizaba unos bacanales de aquellos, con vino mujeres, buenas viandas y de postre unos pericazos.
Y las fiestas de Joaquín el Chapo Guzmán en el Penal de Puente Grande Jalisco, en donde corría el whisky acompañado de bellas mujeres que llegaban a la prisión y entraban como en su casa y hasta escoltadas por los custodios al servicio del sinaloense, ahora preso en una cárcel de Estados Unidos.
Bueno, hasta el ex dirigente petrolero veracruzano, Héctor García “El Trampas” a quien Joaquín Hernández Galicia lo acusó de corrupto. “Al Trampas” le llevaban a una orquesta para que amenizara sus bailes y su platillo favorito era la Anguila, porque según él era afrodisiaco, esto último lo relata en una entrevista que le hizo dentro de la prisión el maestro Julio Scherer García.
La corrupción en las prisiones mexicanas es algo común en todas, va desde la simple protección de un reo, la compra de comidas especiales hasta el permiso para organizar bacanales como los que se organizaban aquellos, que no fueron los únicos. ¿A poco ustedes creen que Juan Collado, Emilio Lozoya y Javier Duarte por citar a algunos cercanos al poder no tienen privilegios.
Hasta ahora no se sabe que el gobierno de la 4T haya emprendido acciones para terminar con esas corruptelas, pero el presidente cada vez que puede saca el pañuelo blanco en señal de que se acabó la corrupción.
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La metida de pata que dio la la jefa del Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum en la defensa que hizo de la frustrada aspirante a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia es el resultado de las complicidades muy al estilo del priismo. Sheinbaum ha otorgado grandes contratos al Grupo Rioboó, propiedad de José María Raiboó esposo de la magistrada pirata. No de ahora, desde la administración de Andrés Manuel López Obrador en el entonces DF cuando extrañamente el regente eliminó a su Secretario de Obras y le dio a la actual jefa del gobierno de la CDMX las facultades que eran de esa dependencia…”No hubo tiro voló el pato”, es un dicho mexicano que se usa allá por el noreste del país cuando algo no sale como se esperaba. En la SCJN “no hubo tiro voló el pato”, ¿verdad señora ministra?
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