Raúl Flores Martínez.
Vaya que se le fue la lengua a López Obrador en su matutina, se le fue de tal manera que dijo una verdad que todos lo sabemos, una verdad que solo los ciegos no pueden ver “Ayudando uno a los pobres va a la segura, es un asunto de estrategia política”.
Los pobres son solo parte de la estrategia política que tiene el Presidente de México, una estrategia cruda y cruel, pero cierta que se va tejiendo conforme se da una beca, un apoyo que cada año va subiendo de monto para “ir a la segura”.
Así es cómo los partidos políticos viven de los pobres, los utilizan, los engañan y les hacen creer que prosperaran con el partido político en el poder; les hacen creer que tendrán una oportunidad sin trabajar para tener una buena vida.
Quizá López Obrador, se drogó con su medicina antes de entrar a su conferencia mañanera donde soltó la bomba “Ayudando uno a los pobres va a la segura, es un asunto de estrategia política”.
Una bomba que hizo ruido en las redes sociales y en un gran sector de la sociedad, que ha empezado a criticar los programas sociales que entrega el gobierno de la Cuarta Transformación.
“Pero además, ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya sabe de qué cuando se necesite defender, en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos, no así con sectores de clase media, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad. Entonces no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”.
Ya está la frase, ya está el dicho tan fue así que el mesías tabasqueño al darse cuenta de su error, cambio de estrategia y reto al colega Carlos Loret a que dé detalles en su mañanera sobre el famoso montaje de Florance Cassez, una estrategia que es impulsada por los diversos bots que tiene a su mandato.
Hasta dónde llega la seguridad y la estupidez del Presidente, qué se cree intocable, qué cree que nada, ni nadie le quitará a él y a su partido el poder de la Presidencia de México.
Lo malo de su frase, es que los millones de personas que reciben las limosnas, están tan acostumbrados a ser utilizados que no les importa en lo más mínimo en ser parte de la estrategia política de cualquier partido que llega al poder.