México.- Distintas organizaciones católicas, bajo la coordinación de Raúl Tortolero, se manifestaron frente a la Embajada de China en México para exigir respeto a los derechos humanos por parte del gobierno comunista de China.
Emitieron el siguiente comunicado:
¡Por una China con libertad, democracia y respeto irrestricto a los derechos humanos!
A la opinión pública
A los hermanos ciudadanos chinos
A los medios de comunicación
A las familias de la Cristiandad
A los activistas de Derechos Humanos
China es un gran país cuya historia ha aportado mucho al desarrollo de la humanidad. La china es una de las civilizaciones más antiguas y sabias del mundo entero. Nuestros hermanos los ciudadanos chinos son gente buena, sencilla, trabajadora y pacífica. Todo nuestro respeto y afecto para ellos.
Cosa muy distinta es el comunismo, el maoísmo y los efectos de la revolución cultural china, que dejó millones de muertos entre 1966 y 1976, además de haber intentado y seguir intentando, barrer con todas las religiones y costumbres ancestrales y milenarias de China, para colocar en su lugar al Estado como única religión, y a Mao, o al presidente en turno como una suerte de dios a quien rendirle culto.
Pero eso no es todo. En China el régimen comunista asfixia las libertades e ignora campantemente los derechos humanos todos los días. La gente clama por libertad, por el respeto irrestricto a sus derechos humanos, universalmente válidos.
Las protestas en China, desde que inició el comunismo con Mao Tse Tung en 1949, son cosa de casi todos los días, pero no trascienden porque el control sobre la información -y actualmente de las redes sociales- es el más duro del mundo.
Y más aún, cuando el gobierno se ha hecho de la tecnología más avanzada del planeta en reconocimiento facial, y ha colocado 170 millones de cámaras en sitios estratégicos en las calles.
Este tipo de control mediante la identificación de los rostros es un sistema que funciona aún cuando los ciudadanos traigan puesto un cubrebocas, por lo que permanecen vigilados vayan a donde vayan y hagan lo que hagan. No es usado tanto para combatir la inseguridad, el crimen, como sería de esperarse, sino como una dura medida de control social absoluto.
El famoso virus del Covid-19 ha sido el pretexto perfecto para tener a la gente encerrada, ubicada, invadida hasta en la intimidad de su salud, y de sus datos privados.
La dictadura del Partido Comunista de China, que en 2021 celebró 100 años de fundado, y que ha mantenido contacto con el Foro de Sao Paulo desde los inicios de éste en 1991, ha evolucionado hasta convertirse en una de las peores de la historia, dando la espalda totalmente a los derechos humanos, a la libertad, y a la democracia de los chinos.
No es nada extraño que ahora que recientemente se decretó una nueva encerrona bajo la política de “Covid cero”, los ciudadanos se hayan rebelado contra el autoritarismo de quienes, fieles al comunismo, no los asumen como personas con derechos, sino como una parte de la “masa”, una hormiga más del colectivo por el que hay que sacrificar toda la individualidad en aras del Estado.
Las protestas conocidas como “de la hoja blanca”, son tan interesantes como simbólicas: el Partido Comunista de China es capaz de reprimir airadamente aún a quienes no han escrito protesta alguna en tal papel en blanco.
Las hojas en blanco muestran cómo la tiranía comunista es capaz de detener manifestantes aún cuando no están haciendo absolutamente nada prohibido en las leyes.
La rebeldía se ha venido extendiendo por diversas universidades, donde sobre todo los jóvenes reclaman democracia y libertad, y ya no están dispuestos a más décadas de control comunista, por lo que exigen un cambio de régimen.
La gente en general, sobre todo los nacidos en los setentas o antes, tiene miedo, y este miedo es normal, si tomamos en cuenta que presenciaron la matanza de Tiananmén, aquel rojo 4 de junio de 1989, cuando el gobierno aplastó textualmente a manifestantes pacíficos en la plaza con este nombre, matando a cerca de mil de ellos, que sólo alzaban la voz por un cambio hacia la democracia y contra la corrupción.
Al mismo tiempo, en China van surgiendo miles de nuevas iglesias católicas y cristianas a lo largo y ancho de todo el país, aunque no sin la interferencia del omnipresente gobierno, que busca autorizar todas las decisiones al interior de tales comunidades religiosas.
En China ya existen 67 millones de cristianos, que representan el 5% de su población total, pero gracias a los mismos, China se cuenta como uno de los 10 países con más población cristiana del mundo, según Pew Research.
No es una cantidad despreciable de gente, que ahora profesa valores occidentales, judeo-cristianos, lo cual es una base para alejarse de, y hasta combatir al comunismo más atroz que se vive en China. Existen cálculos de que para 2030, China será el país con más cristianos en todo el planeta.
Los disidentes más conocidos, como el artista Ai Weiwei, han tenido que huir del país. Ai estuvo detenido varias veces, encerrado en un campo de “reeducación” y luego en 2015 se exilió en Alemania.
Todo este contexto de disidencia, sumado a la represión contra la minoría de uigures (entre otras), a las políticas de un solo hijo (hasta 2015), que derivó en el envejecimiento de la población y en un desequilibro demográfico donde hay más hombres que mujeres (hasta 120 niños por cada 100 niñas), y la casi obligatoriedad de millones de abortos, está pavimentando un cambio drástico para un próximo fin al comunismo en China. ¡Dios quiera que se dé pronto!
¡Toda nuestra solidaridad con el pueblo chino, y en especial con los 67 millones de cristianos! ¡Por una China libre, democrática y con respeto absoluto a los derechos humanos!
¡En México y en China, qué viva Cristo rey!
Atentamente
Dr Raúl Tortolero
Fundador de Nueva Derecha Hispanoamericana y del Ejército Cristero Internacional.
Con información de Raúl Tortolero