Carlos Arturo Baños Lemoine.
La podredumbre de la Cuarta “Transtornación” Mental sigue en aumento. La soberbia del dictador Andrés Manuel López Obrador no tiene llenadera y, ahora, incluso le acaba de hacer una invitación al reguetonero puertorriqueño Bad Bunny para que se presente en el Zócalo de la Ciudad de México. ¿Saben por qué? Porque el Tirano de Macuspana se conmovió mucho al ver las lágrimas de las fans del “Conejito” que no pudieron entrar a su concierto, por los problemas de boletaje apócrifo que hubo. ¡Así, como lo oyen!
López Obrador no se ha conmovido por los niños con cáncer que, por la ineptitud manifiesta del sistema público de salud, no han tenido acceso a sus tratamientos o a sus medicamentos. López Obrador tampoco se ha conmovido por todos los derechohabientes de dicho sistema que, todos los días, viven un calvario para contar con un servicio médico de calidad, como en los países nórdicos, tal como el mismo López Obrador lo ha prometido. Y tampoco se conmovió por el personal de salud que tuvo que enfrentar la pandemia con material de dudosa calidad, cuando lo había. No, no, no. Porque López Obrador no está para alimentar a la “politiquería con tufos golpistas orquestados por el conservadurismo internacional”.
López Obrador sólo está para atender las demandas legítimas del “pueblo bueno” y del “México profundo”, o sea, para atender a las fans traumatizadas de Bad Bunny.
Y vaya con el invitado de honor de López Obrador, el tal Bad Bunny: un típico reguetonero que, balbuciendo algo parecido al español, compone e interpreta canciones que las feministas llamarían “misóginas”: las mujeres degradadas en grado extremo, concebidas como vaginas con patas, como coños desechables, como fornicadoras suplicantes de falo, como bestias que mueven el culo (twerking o “perreo”) deseosas de machos penetradores. Bueno, de qué nos extrañamos: el reguetón es la expresión de los instintos carnales más básicos al ritmo de troncos huecos que sirven como tambores.
¿Saben qué es lo peor, mis amigos? Que la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, la feminista Claudia Sheinbaum, acoplándose a los deseos de su “jefe patriarcal”, ya se ha puesto en contacto con la representación legal y el equipo de producción de Bad Bunny para concretar los sueños húmedos de jóvenes calenturientas deseosas de ser sometidas por la “falocracia misógina, machista y patriarcal” de Bad Bunny.
¿Y dónde están las feministas de la Cuarta “Transtornación” Mental”? Están en la esquina, en la sombra y calladitas… ¡porque calladitas se ven más bonitas! Estas feministas, como muchísimas mujeres, prefieren someterse al “macho” que las maltrata con tal de no perder un techo con goteras, un plato de frijoles y un poco de pasión.
Volvemos a demostrar, mis amigos, que eso del feminismo es sólo una farsa, un teatro de mala calidad, un circo convenenciero e, incluso, un movimiento funcional al “patriarcado” que tanto critican. Las feministas están condenadas a tragarse su propio vómito.
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