Por. José C. Serrano
La comunidad de El Coyul, municipio de Cochoapa El Grande, se localiza a más de 90 kilómetros de Tlapa, Guerrero. Es una comunidad del pueblo Ñuu Savi la cual, como la mayoría de los asentamientos de la montaña, está no sólo distante de las instituciones de gobierno, sino abandonada a su suerte por muchas décadas.
En El Coyul habitan casi dos mil personas, todas ellas se ven obligadas a salir de su comunidad para enrolarse como jornaleros agrícolas en el norte de México. El número de niñas y niños que nacen gracias a los buenos oficios de las parteras y por el afecto de sus padres que luchan a brazo partido para sobrevivir de las siembras del hambre, conforman el mayor número de la población.
En medio de tantas adversidades, pero sobre todo de la multiplicidad de carencias las madres y padres de familia, se organizan para luchar como pueblo en defensa de sus derechos. Saben que no cuentan con el apoyo de alguna autoridad que respalde sus demandas.
Tienen que pelear desde abajo, vencer el trato discriminatorio, enfrentar a las autoridades racistas y perseverar en su lucha. Lo más difícil para ellos es solventar los gastos de sus traslados a la cabecera municipal de Tlapa o hasta Chilpancingo. Para ellos resulta frustrante que cuando llegan a las dependencias de gobierno nadie los ve ni los escucha. Lo único que logran es la entrega de sus solicitudes para que las sellen y las firmen de recibido: una simulación perversa que practican sistemáticamente los funcionarios públicos para nunca atender directamente a las personas ni darles respuestas concretas.
Desde 2012 los padres de familia de El Coyul empezaron una larga lucha para solicitar maestras y maestros de preescolar y primaria que hacen falta en los centros educativos. A la distancia nunca imaginaron que para conseguir profesores tenían que enfrentar muchos gastos y realizar una maraña de gestiones con distintas autoridades.
En las escuelas con muros de adobe o bajo techumbres de lámina, sin infraestructura ni equipamiento, maestras y maestros rurales atienden a niños y adolescentes hablantes de la lengua me’phaa. En esos planteles multigrado, afirman educadores indígenas, “muchas veces ni el pizarrón sirve porque de tan viejo, ya no se puede escribir en él”.
En la Montaña Alta de Guerrero, donde se ubican los municipios con mayor población en pobreza extrema del país, no sólo hay inseguridad en los caminos que los alumnos y profesores recorren a pie. La miseria en que viven las familias es tanta, que muchas veces sólo comen tortilla con chile.
Los estudiantes de primaria, en su mayoría indígenas, cuidan chivos y cortan leña antes de ir a la escuela. Además, muchos asisten pocos meses al año a clases, pues cada 2 de noviembre se van con sus padres a los campos de Sinaloa a pizcar uva o tomate, porque también son migrantes jornaleros.
Los docentes expresan que se requieren albergues para que los alumnos tengan un lugar dónde vivir y comer cerca de la escuela y puedan dedicarse a estudiar. Es una iniciativa que tienen varios maestros de la zona escolar. Lo primero es convencer en las comunidades y después iniciar la gestión con las autoridades correspondientes.
Mejorar las condiciones de vida y estudio para niños y adolescentes indígenas de la Montaña Alta requiere que se cumpla la promesa de la actual gobernadora de Guerrero, de crear una Subsecretaría de Educación para los Pueblos Originarios, que entre otras demandas resuelva la precariedad laboral de casi un millar de maestros indígenas rurales.
Evelyn Cecia Salgado Pineda, actual gobernadora del estado de Guerrero, desde el 15 de octubre de 2021, nació hace 40 años en Iguala. Estudió la Licenciatura en Derecho en la Universidad La Salle campus Cuernavaca, Morelos. Es hija del senador Félix Salgado Macedonio, el Toro sin cerca, y heredera de la silla del gobierno estatal que él no pudo ocupar. La mandataria local es militante del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Su exesposo, Alfredo Alonso Bustamente, es hijo de Joaquín Alonso Piedra, El Abulón, un personaje que, según fuentes abiertas de información, mantuvo nexos con el capo del narcotráfico, Héctor Beltrán Leyva, El H.
En calidad de mientras, la gobernadora de Guerrero ha resultado ser una rotunda embustera.