27-N: acarreados, agachados y arrastrados

Carlos Arturo Baños Lemoine / Ciudadano Cero

Carlos Arturo Baños Lemoine.

Si la ignominia humana tuviera que documentar gráficamente su paso por la Tierra, sin duda que haría una escala obligada en la Marcha del 27-N; esa marcha que exhibió, al mismo tiempo, la egolatría mesiánica del Tirano de Macuspana y el extremo lameculismo de sus seguidores. Miles de fotos y videos darían cuenta de los niveles más bajos a los que puede llegar un ser humano con tal de recibir unas cuantas limosnas.

Como mala copia del corporativismo autoritario del Priato, Andrés Manuel López Obrador y su aparato burocrático sacaron a las calles a quienes mucho dependen del erario público (y no tan público), administrado éste por el gobierno en turno.

A los pejezombies no los movió convicción alguna, no nos engañemos. Los movió el miedo a perder las dádivas que les suministra el Nerón de Palacio Nacional o, bien, el apetito de recibir más favores al estirarle la mano al Calígula de Tabasco. Buena muestra del sadomasoquismo político propio de los regímenes populistas.

Nada hay qué celebrar con la Cuarta “Transtornación” Mental, por favor: el crimen organizado se mueve a sus anchas, porque hasta los militares sirven para un carajo en materia de seguridad pública; las cifras de la violencia sólo compiten consigo mismas semana tras semana; la economía sigue sin despegar a los niveles prometidos y la inflación se ha tragado hasta los celebrados aumentos al salario mínimo; el tan cantado “combate a la corrupción” no ha logrado meter a ningún pez gordo en la cárcel y sí, en cambio, ha soslayado la corrupción de la propia 4T en forma de sobres amarillos, de contratos amañados o de cuentas sucias (como las de SEGALMEX); el sector salud ha manejado mal la pandemia de COVID-19 y ha caído en la ineficiencia hasta para repartir medicamentos; la oficializada “pobreza franciscana” queda deslucida ante la “buena vida” que se dan los cortesanos guindas, comenzando por los hijitos del Presidente; el canoso psicópata sigue empeñado en sus obras de relumbrón porque quiere pasar a la historia como “el gran constructor”; la educación pública está secuestrada por ignorantes, porros, delincuentes, fósiles y parásitos, que siguen aferrados a la teta pública y a la obsolescencia, deteniendo, así, el paso de la educación hacia la de veras revolucionaria educación universal en línea; los medios públicos siguen bajo control de los propagandistas del Sátrapa Beisbolero, los cuales sólo siguen la ruta editorial que les marca su patrón todas las mañanas; la política cultural se centra en financiar tamboras pueblerinas y en repartir libros a lo idiota… ¡En fin, mejor aquí le paramos!

Así las cosas, ¿quiénes se pueden atrever a salir a “festejar” cuatro años de la Cuarta “Trastornación” Mental? Obvio: sólo los acarreados, los agachados y los arrastrados. Lo peor de todo es que estos tipos incluso se sienten orgullosos de que les pateen el trasero a cambio de bolillos duros embarrados de frijoles, esperanzados en que el próximo bolillo venga con una rebada de queso de puerco. En tanto, la élite morenista se sienta a brindar con champaña y jamón serrano al término de cada acto festivo de la dictadura populista-militarista encabezada por Andrés Manuel López Obrador.

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