Por. Raúl Flores Martínez
Solo el que vive de cerca la migración de la frontera sur, sabe del gran negocio que representa cada uno de los migrantes para funcionarios de los tres niveles de gobierno, comerciantes y habitantes de las zonas donde transitan.
En San Pedro Tapanatepec, Oaxaca, con un núcleo de 15 mil 479 habitantes, se viven las dos caras de la moneda. Por una parte, la bancarrota de las finanzas públicas municipales que tienen que darle los servicios urbanos a sus habitantes y a los más de 300 mil migrantes que transitan por el ayuntamiento.
El negocio migrante puede dejar una suma de más de 150 millones de pesos en cuatro meses, dinero que se reparte entre elementos de la Guardería Nacional, Marina, Migración, policías estatales, municipales, mototaxistas, taxistas, habitantes del municipio, etc.
Dinero que va directamente a los bolsillos de todo este círculo de corrupción que se repite una y otra vez, sin dar tregua a los que transitan por el país, rumbo a Estados Unidos.
Otro ejemplo, son los negocios que establecen algunos empresarios de transporte foráneo que han incrementado el costo de sus boletos de pasaje del municipio de Tapanatepec, Oaxaca, a la Ciudad de México.
En los diversos puntos de venta improvisados sobre la carretera Panamericana que cruza este municipio, se constató que el precio de un viaje a la Ciudad de México, es variado.
Antes de julio el costo del pasaje era de 500 pesos; sin embargo, ante la gran demanda que se tiene, los costos incrementaron entre los mil 200 y mil 400 pesos; es decir más del 110 por ciento por cada ticket.
A pesar del alto costo del pasaje, cientos de migrantes de distintas nacionalidades, desde muy temprano, se forman para adquirir un boleto que los lleve a la Central del Norte de la capital del país.
El traslado de nueve horas pasa a más de 12 horas bordeando todo el estado de Oaxaca para evadir los 24 retenes del Instituto Nacional de Migración (INM) instalados en la ruta Oaxaca-Veracruz.
El gran éxodo diario de migrantes está generando escasez de algunos alimentos en los centro comerciales, donde piden datos personales para definir, si les venden o no los productos.
Esta es la otra cara de la moneda, los millones de pesos que dejan aquellos que buscan el sueño americano en su peregrinar por México.
