Raúl Flores Martínez.
México es un país dónde la violencia contra las mujeres, se puede considerar un deporte favorito de varios sectores, un deporte que practican algunas parejas, ministerios públicos, jueces, abogados, psicólogos y claro alguno que otro trabajador de instituciones públicas.
Karla Daniela García, Diana Didibadgal, Lorena Meza, Verónica Pimentel, Mary García, Natalia Lococo, Gabriela Pablos, Melisa Flores, Fernanda Pérez, María Elena, Margarita, entre cientos de nombres más, son solo eso para muchos, solo nombres; sin embargo, son mujeres que han sufrido todo tipo de violencia en México y en algunos casos, perdieron la vida por algo llamado empatía y profesionalismo.
Son mujeres que han sido amenazadas, han atentado contra sus vidas, han sido victimizadas una y otra vez por sus victimarios; lo que es peor, han sido victimizadas, sobajadas y burladas por funcionarios de las Fiscalías, Procuradurías, jueces de Tribunales locales, incluyendo la ciudad de México, funcionarios o jueces, sin importar el sexo, son victimarias o victimarios.
Instituciones que protegen a hombres que ejercen violencia vicaria, instituciones que desechan o no toman en cuenta las denuncias de mujeres que sufren violencia; al final, solo se lamentan en las redes sociales, por el feminicidio o el robo de un menor que pudieron haber evitado.
Qué tan alta es la violencia contra las mujeres protegida por las instituciones que el recién informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, indica que, entre enero y septiembre se registraron 2,136 homicidios de mujeres, clasificados por las fiscalías estatales como homicidios dolosos, mientras que apenas 711 se registraron como feminicidios. El promedio diario de mujeres asesinadas en el país se mantiene en 10.
Las estadísticas señalan que la cantidad de asesinatos de mujeres se redujo mínimamente, apenas 1.2 por ciento, en comparación con el mismo periodo del año pasado, cuando se registraron 2,884 asesinatos.
En el caso de los homicidios dolosos de mujeres, los estados con mayor incidencia son Guanajuato, con 300; Baja California, con 214; y Michoacán, con 214. En cuanto a número de víctimas, les siguen el Estado de México, con 197; Chihuahua, con 151; Jalisco, con 130; Oaxaca, con 101; Zacatecas, con 93; Puebla, con 87; y Guerrero, con 86.
A su vez, las entidades con más víctimas de feminicidio durante los primeros nueve meses del año fueron el Estado de México, con 103; Nuevo León, con 79; Veracruz, con 57; Ciudad de México, con 53; y Oaxaca, con 35. Con menos feminicidios, figuran Tlaxcala y Nayarit, con 2 cada uno; Yucatán, con 3; Baja California Sur, con 5; Aguascalientes, con 7; así como Querétaro y Guerrero, con 8 cada uno.
A pesar de que la discusión pública sobre las muertes violentas de mujeres se centra en los feminicidios, este delito representa apenas una cuarta parte del total de asesinatos de mujeres en el país. El resto de asesinatos son tipificados por los ministerios públicos como homicidio doloso, por lo que se clasifican y contabilizan de manera separada.
Así son las cifras de la violencia contra las mujeres, mujeres que desde hace décadas buscan una y otra vez, algo llamado justicia, algo que en casos aislados, se va dando a más fuerza que por gusto.