Carlos Arturo Baños Lemoine.
Terminé de leer esa basura de libro llamado El Rey del Cash, de Elena Chávez. Y no, no se espanten, mis amigos, no voy a salir a defender la corrupción del Tirano de Macuspana ni de sus esbirros morenistas. Digo, desde el Caso René Bejarano hasta la fecha, hay demasiada evidencia empírica que apunta hacia malos manejos económico-financieros por parte de lo que ahora se llama la “Cuarta Transtornación Mental”.
De entrada, el libro me parece una basura porque la autora la atribuye a López Obrador y a su pandilla una conducta que realmente le es propia a todo nuestro sistema político, desde que éste se configuró tras los balazos de la Revolución Mexicana.
En México, por desgracia, tenemos una economía informal que ronda el 57% del total de la economía, en tanto que el nivel de bancarización en México no llega ni al 50%. Y ya ni les cuento de la Secretaría de Hacienda, siempre incapaz de incluir en el padrón de contribuyentes a todos quienes deben pagar impuestos conforme a la ley.
En estas circunstancias, podemos decir que todos los partidos políticos y todas las unidades económicas (empresas) cuentan con la posibilidad de tener una “caja oculta” de dinero en efectivo, es decir, de cash. ¿Ustedes creen que los partidos y las empresas no echan mano de esta posibilidad cada vez que pueden? Es más, hasta las asociaciones religiosas (iglesias) manejan tanto dinero en efectivo (limosnas), que se necesitaría ser muy idiota para creer que el manejo financiero de estas asociaciones es “pulcro y santo”.
Bueno, por favor, sólo recuerden el caso del empresario Zhenli Ye Gon. En marzo de 2007, la entonces PGR halló, en una de las casas de este empresario y entre otras cositas, la cantidad de 205 millones de dólares estadounidenses y 17 millones de pesos mexicanos, cifras redondas. ¡Todo esto en efectivo! ¿Creen que las cosas son diferentes ahora?
Creer que las cosas que dice Elena Chávez sólo pueden aplicarse a la “mafia del poder color guinda”, es creer una estupidez; es demostrar poco cerebro y nulo conocimiento de las reglas no escritas del sistema político mexicano. ¡Todo el sistema está podrido! Lo único imputable a López Obrador y a sus granujas es la hipocresía, porque el peor corrupto es el que condena públicamente la corrupción mientras se sirve de ella a manos llenas todos los días.
Al menos Enrique Peña Nieto fue honesto al reconocer, en el 2014, que la corrupción “es una debilidad de orden cultural”. No existe pues el Rey del Cash, sino el Reino del Cash, al cual todos pertenecemos.
Y, bueno, no podemos pasar por alto que esta “valiente denuncia” por parte de Elena Chávez se da después de que ella dejó de gozar de los beneficios del sistema de corrupción que ahora condena: curiosamente, su “percepción ética” de las cosas cambió después de que César Yáñez la cambió por otra mujer. ¡Ah, lo que hay que ver en este mundo de oportunistas, trapecistas y convenencieros!
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