Por. Miguel Ángel Sánchez de Armas
Al atardecer del viernes 16 de junio de 1944, a diez días de iniciado el asalto que fue el principio del fin del Tercer Reich, una patrulla del escuadrón 443 de la Fuerza Aérea Canadiense despegó de su base en la costa normanda para interceptar una escuadrilla de la Luftwaffe que se dirigía a las líneas aliadas.
Al mando del grupo Spitfire iba el comandante James Hall. Le seguían los pilotos Leslie Foster, C.E. Scarlett, Donald M. Walz, Hugh Russell y Luis Pérez Gómez.
La escaramuza comenzó poco después de las 20:00 sobre Calvados. Foster y Scarlett se mantuvieron en patrón de espera mientras que Hall, Walz, Russell y Pérez Gómez ascendieron en formación de ataque para encontrar al agrupamiento de Focke-Wulf 109, los temibles cazas alemanes llamados “pájaros carniceros”.
Hall y Russell fueron los primeros en ser derribados y no sobrevivieron. El avión de Walz fue rasgado por la metralla y entró en picada, pero Walz logró saltar. Mientras descendía en paracaídas vio al Spitfire 2I-S MK-607 de Pérez Gómez dar un giro a babor en maniobra evasiva, con varios cazas alemanes en persecución. Había agotado las cartucheras de sus cuatro ametralladoras y dos cañones y estaba en la línea de fuego de las naves enemigas
Walz atestiguó los desesperados intentos de su camarada por evadir la puntilla. El Spitfire de Luis Pérez Gómez entró en barrena. Walz contuvo la respiración en espera de que la cubierta de la carlinga se desprendiera y el piloto saltara, pero esto no sucedió. La nave se estrelló en el campo próximo a un caserío.
Walz tocó tierra en un bosque. La resistencia lo rescató y pudo regresar a la base de la RFAC unos días después.
Pero entre los fierros retorcidos del Spitfire 2I-S MK-607 en la campiña normanda quedó el cuerpo de Luis Pérez Gómez, de 22 años, nacido en Guadalajara, el único piloto de caza mexicano contendiente en el mayor operativo de la Segunda Guerra Mundial el 6 de junio de 1944: el “día D”.
En su identificación se leía: CA. J29172 Officer L. Perez-Gomez RCAF. Do not Remove.
Los restos de Luis fueron recuperados por agricultores de Sassy, un poblado vecino. Para impedir que cayeran en manos de la soldadesca nazi, los sepultaron en el camposanto de la iglesia de San Protasio y San Gervasio con un nombre francés.
Después de la guerra los canadienses lo identificaron y en su tumba se colocó una lápida con la inscripción: Flying Officer L. Perez-Gomez. Pilot. Royal Canadian Air Force. 16th June 1944.
Años después Luis fue el centro de una extraordinaria historia, tan singular como la vida breve de un muchacho de Guadalajara, huérfano de madre, que salió del hogar paterno y en un México hoy difícil de imaginar, a los 19 años, decidió no ser indiferente ante lo que estaba pasando en su mundo y protagonizó una hazaña que hoy se antoja increíble.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, el joven Luis, a punto de cumplir 17 años, decidió convertirse en piloto aviador y enfrentar a la bota nazi.
Quiso enlistarse en la aviación mexicana y fue rechazado. Viajó a Estados Unidos para volar con los gringos y fue deportado. Aún no cumplía 18 años.
Sin perder el ánimo, peregrinó a Canadá. No hablaba inglés, tenía poco dinero y nadie lo esperaba en aquella tierra extraña.
Fue aceptado en la Secundaria Técnica de Ottawa para aprender el idioma y cuando meses después se presentó como voluntario a los exámenes de admisión a la Real Fuerza Aérea Canadiense, lo impensable sucedió. Su tenacidad y firmeza de carácter impresionaron a los reclutadores.
El teniente D.H. Morrow, dejó por escrito: “Este muchacho es inteligente y dedicado. Se muestra ansioso por aprender. El que se haya arriesgado en un viaje desde su país para unirse a nosotros amerita que se le dé una oportunidad.”
Ingresó al entrenamiento básico y el 6 de agosto de 1943 recibió sus alas de piloto aviador. Fue asignado al Escuadrón 127 en Darmouth, Nueva Escocia. En enero de 1944 el escuadrón fue trasladado a Inglaterra en donde se reclasificó con el número 443.
Luis estaba al mando de un caza Spitfire, uno de los aviones más avanzados de su época, aún hoy considerado una de las máquinas voladoras más poderosas, letales y bellas en la historia de la aviación de guerra.
Llegar a ser piloto de caza no era algo menor. Que Luis, mexicano y sin antecedentes en la aviación alcanzara ese puesto, habla de una personalidad excepcional.
En aquel camino conoció a Dorothy O’Brien, una chica de 16 años, campeona de baile y de patinaje sobre hielo. El amor fue a primera vista y fueron novios hasta su traslado al teatro de guerra. La adolescente que se prendió de un joven mexicano en un baile, a partir de entonces alimentó de recuerdos su amor.
Sesenta años después, ya abuela y con ayuda de su esposo, Denis Pratt, un comandante naval jubilado, localizó en Sassy la tumba de Luis y se embarcó en una cruzada para recuperar su memoria.
En 2004 logró que se organizara un homenaje a la memoria del aviateur mexicain cuyo recuerdo sigue vivo en una región en donde se venera a quienes liberaron al país de la horda nazi.
“Es cierto que los muertos de guerra en realidad nunca mueren. En mis sueños él sigue teniendo 20 años y yo 16”, dijo en una entrevista al Ottawa Citizen.
El pueblo de Sassy bautizó su pequeña rotonda en honor del joven mexicano como “Place Pérez-Gómez”.
La corta vida de Luis y su participación en el episodio que frenó la avalancha nazi quizá no cambiaron el rumbo de la historia, pero sí son un ejemplo para todos los que transcurren su existencia arrastrados por la corriente, incapaces de mover un dedo y decidir su propio destino.
El nombre de Luis Pérez Gómez está inscrito en el Libro del Recuerdo que se exhibe en el Parlamento canadiense en memoria de los caídos y cincelado en el Muro de Honor de los pilotos de la RFAC abatidos en la guerra.
Los canadienses lo honran como a uno de los suyos. Entre nosotros pocos lo recuerdan ¿Algún día veremos a un embajador mexicano colocar laureles en el sepulcro de Luis Pérez Gómez en el camposanto de la iglesia de San Protasio y San Gervasio en Sassy?
¿Asistiremos a la develación de una placa con su nombre en el Colegio del Aire?
En Águila mexicana … alas canadienses, recupero la historia de este joven extraordinario cuya memoria no puede permanecer en el olvido. En la liga al calce está mi documental, finalista en los festivales de Cannes y Toronto y primer lugar del certamen “Pantalla de cristal” en la Ciudad de México.
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