Rubén Cortés.
A ver si mañana Ebrard le dice a los secretarios de Estado, Antony Blinken, y de Seguridad, Alejandro Mayorkas, y el fiscal Merrick Garland que no se inquieten, que el doctor Landeros le dijo que México no va a usar el GPS ruso, que guía misiles en Ucrania.
Es capaz el canciller, eh. Al menos esa fue su respuesta al escándalo mundial que se armó el sábado, cuando algún interesado filtró el acuerdo de México y Rusia para instalar aquí estaciones terrenas para bajar señales rusas del servicio Glonass:
“El Dr. Salvador Landeros, Director de la Agencia Espacial Mexicana, me informa que no se instalará el sistema satelital Glonass en México. El Acuerdo Marco de referencia no lo menciona ni lo incluye y no está previsto instalarlo en nuestro país”.
Y tan tan: esa fue la respuesta del Estado mexicano, a través del secretario de Relaciones Exteriores, al tema más delicado de los últimos tiempos e la relación tecnológica, diplomática y de seguridad nacional con el país vecino, del que Rusia es enemigo jurado.
El jefe de la diplomacia del principal socio económico de Estados Unidos (y vecino con tres mil kilómetros de frontera) le echó la pelota a un funcionario de la quinta colada: un tratamiento, cuando menos pueril, a un asunto delicado en el nuevo orden internacional.
Pero, además, resulta que el doctor Landeros no tiene vela legal en el entierro, pues carece de facultades para firmar acuerdos internacionales: eso le corresponde al titular de Comunicaciones y Transportes.
Aunque mañana Ebrard le debe otras explicaciones a los secretarios de Estado, Antony Blinken, y de Seguridad, Alejandro Mayorkas, y el fiscal de Estados Unidos, Merrick Garland, como la pirotecnia verbal de México ante la invasión rusa a Ucrania.
Porque, por ejemplo, el martes por la mañana el presidente afirmó que “la política nuestra es de neutralidad, que no nos metan en sus asuntos; y por la tarde apoyó al veto contra Rusia y condenó la invasión a Ucrania.
El juego verbal de su jefe el presidente obligará a Ebrard a esmerarse, pues, salvo por el voto en la ONU, en los hechos México está con Rusia en la invasión, sobre todo con el acuerdo para instalar el GPS que se usa para bombardear en Ucrania.
La instalación aquí de estaciones terrenas para bajar señales rusas del servicio Glonass anula tanto la neutralidad como la voluntad mediadora de México en el conflicto, pues firma con Rusia acuerdos en tecnología que es militar; mientras critica a Ucrania.
Así que, cuando menos, adrenalina de alto voltaje no le faltará al canciller para intercambiar criterios no sólo lo del GPS ruso; también el blindaje de la información sobre espías rusos en México.
Será un jueves agitado.