Carlos Arturo Baños Lemoine.
La diputada federal morenista “María Clemente García Moreno” es una entidad individual de la especie humana que nació varón y que, por caprichos legislativos, ahora debemos tratar como mujer. Aquí somos respetuosos del Derecho vigente, pero más respetuosos somos de la lógica, la ciencia, la realidad y la objetividad. Por ello nos permitimos criticar todas las estupideces que ha integrado recientemente nuestro Derecho vigente.
Como sea, “María Clemente” se ha colocado, hoy por hoy, a la cabeza del debate público al defender a ultranza su derecho a la libertad de expresión y al libre desarrollo de su personalidad. Todos estamos en el entendido de que “María Clemente” ha generado una tremenda polémica al subir, a su cuenta de Twitter, un video pornográfico, donde se la ve chupándole el falo a uno de sus clientes. Aparte de diputada, “María Clemente” se dedica al sexoservicio.
De tantas acusaciones sin fundamento, muy bien se ha defendido “María Clemente”: el hecho de que sea diputada no se riñe con el hecho de que sea sexoservidora. En términos de metodología científica, debemos decir que se trata de dos variables independientes. Se puede ser diputada y sexoservidora a la vez, sin lugar a dudas, por qué no. Se puede cumplir a cabalidad con ambas faenas a la vez.
Claro que, por tratarse de una diputada, sólo se le podría reprochar que usara recursos públicos para sus andanzas sexuales o que incurriera en alguna figura delictiva. Al parecer, no es el caso.
Cómo no acordanos de la Cicciolina, esa actriz porno que llegó a diputada en Italia, allá por la década de los ochenta del siglo pasado. ¿Por qué nos asustamos, ahora, de nuestra “María Clemente”? ¡Carajo!
Finalmente, los reflectores del morbo le han servido a “María Clemente” para colocar en la agenda pública un tema de gran relevancia nacional: la regulación del sexoservicio, fundamental para combatir el terrible tráfico de personas para fines de explotación sexual.
Esperemos que “María Clemente” impulse una buena propuesta legislativa, una que se base en criterios económicos y de salud pública, ante todo. Hay que dejar la moralina a un lado.
Hay que comenzar por desestigmatizar el sexo comercial porque, finalmente, todo acto sexual voluntario es un acto comercial. Y hay que colocarlo en la rama correcta del Derecho: más que tratarse de un “trabajo sexual” (Derecho Laboral) se trata de un “servicio sexual” (Derecho Civil y Mercantil).
Veremos qué tan maduro está nuestro país para abordar este debate. Por vía de mientras, vaya mi total apoyo a “María Clemente” y sus mamadas.
Facebook: Carlos Arturo Baños Lemoine
Twitter: @BanosLemoine
YouTube: Carlos Arturo Baños Lemoine
Instagram: banos.lemoine
https://banoslemoine.wordpress.com/
Esta videocolumna de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.