Francisco Garfias.
El objetivo de la 4T se alcanzó. La oposición se dividió. El Bloque de Contención quedó hecho pedazos en la sesión convocada para aprobar la militarización que promueve la 4T. Algunos priistas y perredistas se vistieron de verde olivo y –junto con morenistas y sus rémoras– dieron sus votos para completar la mayoría calificada requerida para que el Ejército siga en las calles hasta el 2028.
Con la aprobación de la minuta modificada, el presidente López Obrador logra cuatro objetivos: romper la moratoria constitucional anunciada por la oposición hace meses; partir en dos la debilitada Alianza Va por México; pavimentar el camino a una Reforma Electoral que pretende desaparecer a los pluris y poner al INE y al TEPF bajo control del gobierno federal, y militarizar la seguridad pública cuatro años más de lo que marcaba la Constitución, antes de la votación.
El dictamen modificado, que regresa a los diputados para que aprueben las modificaciones, recogió 11 de las 13 demandas de la oposición: más recursos para las policías locales a partir del 2023 –y no del 2024– como se proponía en la minuta de los diputados—un mayor control del Congreso sobre las acciones del Ejército, y algo muy importante:
“Conforme a los términos planteados por la SCJN, la participación de las Fuerzas Armadas deberá ser extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementario. En ningún caso tendrán por objeto destituir a la las autoridades civiles de otros órdenes de gobierno, en el cumplimiento de sus competencias”.
Eso, además de la Comisión Bicamaral que fiscalizará las acciones del Ejército y el Informe Semestral del Ejecutivo con la evaluación de los resultados obtenidos en materia de seguridad, entre otras cosas.
El número mágico para alcanzar dos tercios de los votos de los 127 senadores presentes era de 85. El resultado final fue 87 a favor 40 en contra y cero abstenciones. Los perredistas Miguel Mancera y Antonio García Conejo y los priistas Silvana Beltrones, Verónica Martínez, Jorge Carlos Ramírez Marín, Manuel Añorve, Mario Zamora, Eruviel Avila, Angel García y Carlos Aceves, votaron con los morenistas. Claudia Anaya no votó. En contra lo hicieron Miguel Osorio Chong, Claudia Ruiz Massieu y Beatriz Paredes.
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Fue una sesión intensa, muy intensa. Por momentos parecía que el Senado iba a arder. La panista Lilly Téllez encendió la mecha. Sabe como provocar a la mayoría oficialista. Inició su intervención con un saludo a Morena y sus remoras. “¡Buenas tardes bola de corruptos!”. Terminó su primera participación con la senadora de Morena, Lucía Trasviña, plantada frente a ella, en actitud amenazadora, como queriendo pelear. Tuvo que intervenir la morenista Citlalli Hernández, para alejar a Trasviña de la panista.
“Ustedes de Morena –dijo Téllez– no van a votar como perros por huesos y croquetas; ustedes de Morena van a votar como hienas a la espera de las sobras apestosas que les avienta el presidente que pudre todo lo que toca. Asegúrense que AMLO tome sus medicinas para sus achaques, porque lo quiero vivo para cuando la nación mexicana le demande haber creado un estado narco—militar”. Y más adelante: “La verdadera intención de la militarización es política, no es de seguridad”.
A partir de allí hubo gritos, insultos, presiones, crispación, incongruencias, descalificaciones mutuas en tribuna y desde los escaños. El senador de Morena, Napoleón Gómez Urrutia, le gritaba desde su escaño a la panista, que interrumpió su discurso para dedicarle unos segundos al líder del sindicato minero. Le dijo: “sentadito y calladito. Espere sus croquetas líder sindical, que bastante se ha beneficiado de los trabajadores”.
El líder sindical reviró desde su escaño: “El Partido Acción Nacional, en particular algunos de los miembros de la oposición, han devaluado y degradado este Senado. se han convertido en provocadores profesionales, en insultar con vulgaridades…”
Otra morenista, Rocío Abreu, se la quería comer viva. “No acepto señalamientos de una persona que tiene una doble moral y una cola que bueno. Viene a hablar de moralidad cuando todos sabemos que es una mujer de ligerezas”. La acusó de “bajamaridos” y hasta dijo “te manda saludos Marissa”.
“¿Quién es Marissa?” Se preguntaba todo mundo, dentro y fuera del salón de sesiones. Se lo preguntamos a Téllez. “¡No seeee!” respondió.
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En la marea de la polarización, al senador morenista, Félix Salgado Macedonio, no se le ocurrió otra cosa que decirle a la senadora del PRI, Claudia Ruiz Massieu, que a su padre, José Francisco Ruiz Massieu, lo mató el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.
El gazapo de Félix se produjo en los momentos en que Claudia trataba de reencarrilar el debate hacia el tema de seguridad pública, ayudada por la memoria de su padre.
Reviró la senadora: “No le permito que mencione a mi familia sin fundamento”.
Y regresó al tema: “Nadie quiere que México siga sumido en inseguridad, en la violencia y en la impunidad… ¿Qué queremos? Policías civiles, fuertes, capacitadas, bien pagadas, que puedan hacer su labor, la que les toca.”
El senador del MC, Juan Zepeda, no ocultaba su frustración. “Nos desbarataron el bloque”, sintetizó.
FIN.