Carlos Arturo Baños Lemoine.
El pasado martes 13 de septiembre, se armó tremendo zafarrancho en uno de los vagones “rositas” del Metro de la Ciudad de México; ya saben, uno de esos vagones “exclusivos para mujeres”, donde éstas quedan a salvo de la “violencia machista” que destila por todos sus poros “la sociedad patriarcal”.
Pues justo allí, en ese “paraíso” diseñado para las mujeres, varias mujeres se engarzaron en una golpiza de dimensiones colosales: hasta sangre hubo. Dicho sea de paso, las agresiones son cosa común en esos vagoncitos donde se respira “la santa paz feminista”.
Hasta el momento no se sabe el motivo de la sangrienta disputa, la cual ocurrió mientras el Metro se trasladaba de la estación Patriotismo a la estación Tacubaya de la Línea 9. En Internet hay varias ligas al respecto, las pueden consultar.
Es un hecho que los grupos mujeriles pasan con mucha facilidad del “¡Yo sí te creo, hermana!” al “¡Yo sí te pego, hermana!”. Y yo me pregunto: ¿de qué lado se pondrán aquéllas que lanzan la consigna “Si tocan a una, respondemos todas”? Cuando se trata de “guerra entre mujeres”, ¿de qué lado se pondrá el resto de las mujeres?
Y, claro, por supuesto que podemos adelantar la excusa que usarán las feministas al respecto, porque son sumamente predecibles: “Se trata de mujeres sin conciencia de género”, “Se trata de mujeres patriarcalizadas”, “Se trata de mujeres con misoginia internalizada”, etc. Conocemos muy bien a la mitología feminista, conocemos muy bien el irracionalismo inherente al feminismo.
Con esas vulgares respuestas, obvio que las feministas incurren en la típica falacia del verdadero escocés. Pero de esto las feministas no se enteran porque su formación intelectual no les da para más. El feminismo es una forma de reduccionismo, de dogmatismo, no lo olviden. La evidencia empírica no les importa: “Si la realidad no se ajusta a mi dogma, peor para la realidad”, dirían las feministas.
Las feministas hablan mucho de violencia, de un fenómeno que, en el fondo, no entienden, porque miran la realidad a través de sus espejuelos reduccionistas y dogmáticos.
Tengo décadas diciendo lo mismo y lo repito porque este mundo imbécil no lo entiende: buena parte de la violencia hacia las mujeres la llevan a cabo las propias mujeres. Sobra evidencia empírica al respecto.
Todos los seres humanos somos capaces de ejercer y de recibir violencia… ¡todos y por todos los motivos! Pero esto jamás lo entenderán quienes, por fanatismo y/o negocio, se aferran a fantasmagorías como “el patriarcado” y “la violencia machista”.
No lo olviden mis amigos: ¡el feminismo es un cáncer social!
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Esta videocolumna de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.