Ernesto Zavaleta.
La permanencia de los militares en tareas de seguridad pública es bienvenida e impuesta por la Presidencia de la República por razones de continuidad en el poder; los gobernadores la piden porque no tienen policías; la CNDH la acepta por órdenes del presidente; el PRI la apoya por la supervivencia de su líder; la oposición PAN-PRD la rechaza impotente y amenaza a su ex socio con acciones electoreras.
Drante meses se ha discutido el tema en todos los foros políticos existentes, mientras Andrés Manuel López Obrador le entrega el gobierno y el país a los militares y al crimen organizado, sólo hay protestas vacías, acusaciones de traición por todos lados, discursos grandilocuentes de lo maravilloso que es el Ejército y nadie atina a presentar una verdadera propuesta alternativa.
Se preguntó en este mismo espacio ¿con quienes sustituir a los militares? (columna 6 de septiembre 2022) ante las votaciones que llevaron a entregar la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa, y no hubo, ni hay una propuesta alternativa, nada que apuntara a devolver la seguridad pública al poder civil.
Los gobernadores por supuesto que apoyan la presencia militar, no tienen opción ante la creciente violencia y avance del crimen organizado en sus entidades, tienen que llamar a la Guardia Nacional y sus soldados vestidos de policías cuando se presentan los enfrentamientos y masacres con armas y elementos cuyo poder y cifra superan por mucho a las policías estatales y municipales ¡sumadas!
De acuerdo con cifras del INEGI en 24 estados del país hay más soldados que policías estatales vigilando la seguridad pública, e incluso hay estados donde los militares triplican al número de policías estatales como pasa en Jalisco, Guerrero, Sinaloa, Guanajuato, Chihuahua, Baja California y Michoacán.
Según esos datos las secretarías de la Defensa Nacional y Marina, así como la Guardia Nacional, tienen desplegados 192 mil 831 militares a lo largo del país, mientras que en las 31 corporaciones estatales se desempeñan 193 mil 890 agentes. No se cuenta a la Ciudad de México que contabiliza más de 100 mil efectivos en su policía preventiva o Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana.
En 41 ayuntamientos con más de 500 mil habitantes el promedio de elementos policíacos municipales por cada 100 mil habitantes es de 1.39; en los 174 municipios entre 100 mil y 500 mil habitantes, hay en promedio 1.14; en los 2 mil 200 donde residen menos de 100 mil mexicanos es de 0.69, según datos del nuevo Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica, elaborado por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Es decir en promedio uno o dos policías en cada uno de los dos mil 415 municipios de 500 mil o menos habitantes, y en 650 municipios de menos de 100 mil habitantes no hay un solo policía, también son datos del SESNSP.
Sin contar que algunas corporaciones estatales y casi todas las municipales carecen de equipo y armas adecuadas, incluso cientos de las municipales no tienen ni pistolas… ni uniformes.
Y nada va a cambiar por lo menos en el próximo año que sigue la tendencia de recortar los recursos para esas policías locales, simple y llanamente porque el presidente no confía en las fuerzas civiles de seguridad pública, son deshonestas y corruptas por decreto y nadie muestra voluntad al menos por comprobarlo y menos por corregirlo.
El Proyecto de Presupuesto de Egresos para 2023 contempla recursos por 294 mil 696 millones 492 mil 50 pesos para el rubro de seguridad, en instituciones como la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), de Marina (Semar) y Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).
Sin embargo en la asignación de recursos para estados y municipios en promedio, por habitante se destinarían 5 mil 647.8 pesos a educación, mil 286 pesos para salud y 2 mil 463.9 pesos para protección social y apoyo a la vivienda, y menos de 100 para seguridad. Así o más clara la intención de la 4T que considera que la seguridad la da la Guardia Nacional, más concretamente los militares ¿para qué invertir en civiles?
Este presupuesto está en manos de un cuerpo de diputados que no sólo entregó la GN a la Sedena, también busca prevenir la inevitable anulación en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de las reformas que permiten ese movimiento y, aun cuando se anule esa dependencia formal, la Defensa seguirá a cargo de la Guardia y los militares seguirán en las calles hasta el 2028… si lo permite el Senado.
Sin embargo no es la seguridad lo que importa a los políticos en el Palacio Nacional o en el Congreso, son las elecciones, la marca de un presidente quien ha entrampado a todos en campaña electoral permanente, fue claro quienes votaron en contra o se abstuvieron del PRI son diputados con aspiraciones electorales.
Los otros diputados del PRI traicionaron sus convicciones para proteger a su líder Alejandro Moreno Cárdenas, quizá con poco éxito, pues los diputados morenistas radicales ya adelantaron que van por su desafuero; la gobernadora y el fiscal campechanos, Layda Sansores y Renato Sales Heredia, respectivamente, lo quieren en la cárcel, y ya fue oficialmente desconocido por los líderes del PAN, Marko Cortés, y PRD, Jesús Zambrano, como interlocutor válido.
En el fondo a nadie en Palacio o en el Senado le importa si no se logran los 80 votos necesarios en el Senado para ratificar la ampliación del plazo de permanencia para los militares en la GN.
Si Morena pierde no cambia nada, ahí están los militares, listos para ignorar amparos o resoluciones de la SCJN que por su parte pone todo para dilatar la discusión del tema en su propio pleno, y si gana no cambia nada, los soldados no se van a ir de las calles de cualquier forma, como no se van a ir de las más de 60 otras funciones civiles que ya les dio el presidente en este sexenio.
Y en este marco de militarización, cada vez más cercana a una dictadura militar, el 16 de septiembre, hoy, día conmemorativo del inicio de la Guerra de Independencia de México el presidente llamara a las naciones del mundo para “que se consiga con la participación de todos una tregua de, cuando menos, cinco años sin ejercicios bélicos”… ¡Viva México! Y su Ejército claro…
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