Seguridad alimentaria: un reto presente y futuro 

Boris Berenzon Gorn

Boris Berenzon Gorn. 

 “Mi conturbado espíritu se regocija con la visión de un porvenir en que no habrá un sólo hombre que diga tengo hambre, en que no haya quien diga no sé lee, en que en la tierra no se oiga más el chirrido de cadenas y cerrojos.” 

RICARDO FLORES MAGÓN 

 Entre los objetivos de la agenda 2030 para el desarrollo sostenible se encuentra la eliminación del hambre en el mundo. Sin embargo, después de la pandemia por COVID-19 la ONU ha admitido que esta meta está lejos de alcanzarse y que los índices de hambruna todavía son muy altos, en especial en Asia, África y América Latina. El problema de la seguridad alimentaria en el mundo es grave, los esfuerzos para su erradicación han sido desiguales y las consecuencias para la salud de las personas a corto, mediano y largo plazo constituyen un verdadero reto que pone en perspectiva las desigualdades del sistema. 

La FAO define el hambre como “una sensación física incómoda o dolorosa, causada por un consumo insuficiente de energía alimentaria. Se vuelve crónica cuando la persona no consume una cantidad suficiente de calorías (energía alimentaria) de forma regular para llevar una vida normal, activa y saludable”. Sin embargo, los problemas alimentarios son mucho más profundos, pues la sensación de saciedad o el consumo de calorías no son sinónimo de nutrición. La falta de acceso a alimentos saludables y nutritivos está ligada al sistema económico, a la remuneración insuficiente de las familias, a la dinámica global de la oferta y la demanda de alimentos, los problemas de producción y distribución, a el aumento del precio de los combustibles, entre numerosas variables. 

El incremento del sobrepeso y la obesidad indican que la seguridad alimentaria no está ligada con la suficiente ingesta de calorías. Muchas de las personas que presentan estos padecimientos también manifiestan un acceso pobre a vitaminas, minerales y proteínas de calidad. El problema es estructural, no únicamente consecuencia de una decisión individual. Si bien, numerosas campañas privadas y públicas insisten en que la alimentación saludable es resultado de la decisión personal, lo cierto es que la seguridad alimentaria no está garantizada para todos, creer que la comida saludable es más barata es un mito, y mientras mayor es la inversión que las empresas hacen en tecnología para la producción de alimentos, como ocurre con el caso de las opciones orgánicas o hidropónicas, el incremento en sus precios es también mayor. 

Esto no significa que no haya una tendencia cultural construida hacia el descuido alimentario, la preferencia de comida grasosa o alta en carbohidratos y malos hábitos físicos es una realidad que, al menos en América Latina, obliga a trabajar informando y educando a la población con el objetivo de que cuente con las herramientas necesarias para discernir las opciones saludables y optar por ellas desde temprana edad. Pero lo que significa es que, aunado a estos hábitos, existe una prevalencia de condiciones de desnutrición, sobrepeso y obesidad entre los grupos sociales económicamente menos favorecidos y en gran medida esto se debe a que no ha sido posible garantizar el acceso de todas las personas a una alimentación digna, saludable, barata y que pueda mantenerse a largo plazo. 

A diferencia de la terrible situación que atraviesan otros países, donde el hambre está asociada principalmente a la falta de disponibilidad de alimentos a consecuencia de las sequías, la guerra o la pobreza extrema; en México este problema es mucho menor, pero existe. Paradójicamente, no son las comunidades rurales las que tienen mayores problemas para acceder a una alimentación saludable—aunque esto no minimiza el estado de pobreza y de marginación en que viven—sino los cinturones de las zonas urbanas donde se ubica gran parte de la población que vive en pobreza y que no puede acceder a alimentación saludable por falta de recursos, a pesar de la gran cantidad de abasto que hay a su alrededor. 

Si bien, esto pone en perspectiva el hecho de que la producción comunitaria es un factor importante para combatir la inseguridad alimentaria, también nos llama a reflexionar en torno a la sostenibilidad en la producción de alimentos. De cara al cambio climático, la explotación excesiva de ganado tiene probadas consecuencias sobre los gases que producen el efecto invernadero, esta es una de las razones por las que a nivel individual se ha optado masivamente por el veganismo o el vegetarianismo. Pero la solución no necesariamente está en la eliminación del consumo de alimentos cárnicos, sino en la regulación de su producción, la distribución más equitativa y la implementación de estrategias amables no sólo con el medio ambiente, sino también con los animales de consumo. 

La producción sostenible requiere de compromisos globales, la introducción de tecnologías que permitan impulsar el uso de energías limpias, así como la economía circular, todo con el objetivo de que la industria alimentaria sea responsable en sus procesos y en la calidad de los productos que llegan al consumidor final. Al mismo tiempo, preocupa que la cantidad de agua que se emplea para los procesos de fabricación de alimentos y bebidas no sea proporcional al beneficio, que las comunidades resulten afectadas en el abasto del vital líquido cuando existen fábricas cercanas, y que los mantos acuíferos se desequen y contaminen sin que existan leyes verdaderamente vinculantes, pues muchas de las acciones para resolver este problema son meramente paliativas, de mercadeo o buscan deducir impuestos. 

No es un secreto para nadie que gran parte de los alimentos que se distribuyen en México no cumple con las especificaciones correctas para garantizar el acceso a una alimentación saludable. Nos hemos acostumbrado a leer en gran parte de lo que consumimos los sellos “exceso de calorías, azúcares, grasas saturadas, sodio…” como un mal necesario; pero las empresas no han respondido como se esperaba ante la estrategia, mejorando sus productos y ofreciendo opciones más aptas para el consumo humano. Pero, además, la información no siempre es clara: la PROFECO constantemente pone en evidencia a las marcas que incumplen las normas o que presentan información engañosa e incompleta sobre sus productos, por lo que es recomendable que el consumidor se mantenga al tanto de las evaluaciones. 

Con respecto a los problemas alimentarios, como en muchos otros casos, las poblaciones más vulnerables suelen ser los niños, seguidos de ancianos, personas de bajos recursos, con discapacidad, entre otras. Las infancias sin embargo tienen mayores necesidades nutricionales para garantizar su desarrollo y crecimiento sano, y las deficiencias alimentarias pueden dejar consecuencias que duren para toda la vida, también impactan en el aprendizaje y el desarrollo motriz. Esto tiene mayor sentido cuando consideramos que las infancias dependen completamente de los adultos para acceder a su alimento, aprenden de ellos cuáles alimentos consumir y cuáles no, comen lo que se les ofrece en casa o en la escuela y difícilmente pueden evitar alimentos poco saludables o dañinos. 

A nivel individual, es preciso tomar conciencia de estas situaciones y tratar de informarnos, proteger a nuestras infancias en temas de seguridad alimentaria y nutrición, así como promover el consumo local. Pero también hay que entender que el problema no se solucionará si empresas y gobiernos no se involucran con miras al mejoramiento de la producción sostenible y la distribución equitativa; sin contar que el tema de la creciente desigualdad económica afecta a los seres humanos en todo el mundo y de no solucionarse, el combate al hambre seguirá siendo un lema publicitario y político y no una realidad de fondo. 

Manchamanteles 

Uno de los más famosos exponentes de la microficción, Augusto Monterroso, a quien conocemos por el cortísimo dinosaurio; alguna vez escribió sobre las ovejas: 

LA OVEJA NEGRA 

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura. 

 

Narciso el obsceno 

Con cada corazón que aparecía en su pantalla sus pies se levantaban del suelo, se volvía etérea y abandonaba este mundo, pero el efecto pasaba muy rápido y regresaba a tomarse más selfis.  

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