Raúl Flores Martínez.
La justicia pronta y expedita en México, solo es un mito que se puede reflejar en el papel y no en la realidad, un mito que ha llenado los reclusorios de personas que cometieron o no un delito, y que, con base en la prisión preventiva oficiosa, están aún sin ser juzgados.
Para nadie es un secreto que la justicia en México, es solo para aquellos que tienen poder, amigos o dinero para poder comprar a jueces, magistrados, ministerios públicos o abogados que, por unos pocos pesos, venden hasta a su propia madre.
Que quede claro, tengo amigas y amigos abogados, qué saben lo que pienso de estos “buitres” que, con tal de ganar unos pesos, pueden ser parte de la maquinaria de la corrupción en este país.
Cómo periodistas, tengo los contactos suficientes en las altas esferas de la procuración de justicia en México, esas esferas dónde se manejan nombres y apellidos de quienes reciben dinero a cambio de dar favores. Esos favores que cambian un veredicto antes de que se pueda dar.
Desgraciadamente estamos en un país, dónde las mujeres son las menos favorecidas en la impartición de justicia, incluso son las que menos oportunidades tienen de una defensa digna.
La Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad 2021, 67.8 por ciento de las mujeres en reclusión tiene hijos menores de edad. Pero el 79.6 por ciento de ellas tuvo que dejar al cuidado de otros familiares.
De acuerdo con la Ley Nacional de Ejecución Penal contempla en el artículo 144 que las principales cuidadoras de menores de 12 años estarían autorizadas para cumplir una sentencia fuera de la cárcel (con otra medida de vigilancia), a fin de “proteger el interés superior de la niñez”. Ese beneficio se conoce como sustitución de la pena.
Sin embargo, el sistema penitenciario las encarcela sin tomar en cuenta la legislación: cientos de mujeres como Alondra ven a sus hijos e hijas a través de una malla, pierden la custodia o hasta desconocen el paradero de las y los infantes.
Así la justicia en México, una justicia sin perspectiva de género, dónde peritos, abogados y demás utilizan todo un aparato de procuración de justicia para que elementos de las distintas policías ministeriales con armas de cargo y con toda prepotencia detengan a madres qué únicamente luchan por sus hijos.
Un aparato de agentes ministeriales que a duras penas saben leer, escribir y tener una buena educación académica, se enorgullecen al detener a mujeres que únicamente luchan por tener a su lado a sus hijos que les han sido arrebatados con todo el sistema corrupto de la procuración de justicia, se enaltecen; sin embargo, son los mismo que lloran y piden perdón, les besan las manos a los sicarios de los distintos cárteles de la droga.
También cómo periodista he visto, este actuar de esos valientes policías ministeriales que detienen y siembran pruebas a las mujeres qué por consiga, detienen, violan y presentan, cómo las peores delincuentes.
