Carlos J. Pérez García

Carlos J. Pérez García. 

Cada que avanza un año se confirma que el deterioro sexenal no verá cambios que lo puedan detener. Miren, más falsedades y errores van a requerir cada vez más yerros y simulaciones. 

El propio AMLO escribía 4 años antes de ser presidente: “Por salud mental, busquen la forma de protegerse ante el bombardeo de mentiras en la prensa, la radio y TV, en vísperas del Informe”. Al igual que con muchos otros temas, abusa ahora de lo que entonces rechazaba. 

Tras días de spots falsarios, groseros y manipuladores, se llegó al primero de septiembre… sin una verdadera rendición de cuentas entre tantos intentos de “informar” en todo momento. 

Y lo más interesante de aquella serie fue que esas barbaridades no se asocian a errores humanos por la premura o improvisación, sino que fueron pensadas, programadas, elaboradas y producidas en una campaña de propaganda y adoctrinamiento (parte de una “narrativa” oficial que nomás no se confirma en el mundo real). 

Han sido constantes y generalizados el dogmatismo y la divulgación, aparte de que cada año resultan más cínicos e irrespetuosos. ¿Saben qué? Se busca desinformar y se logra en buena medida, aunque el responsable esté reprobado… incluso ante la débil oposición partidista. 

En uno de sus spots el presidente se atreve a jactarse: ¡Hechos No Palabras! señala. Pero en estos casos, subraya una ciudadana, el orden de los factores sí altera el producto. Y debió haber precisado: ¡Palabras NO hechos! 

Bien indicaba Robespierre: “el secreto de la libertad radica en educar a las personas, mientras que el secreto de la tiranía está en mantenerlas ignorantes”. Y tal vez podríamos presionar algunos ajustes en educación y salud, o tal vez hasta que cambie el gobierno. 

Si la educación básica va tan mal, la superior o universitaria también se está descuidando mucho. En diversos países de habla hispana el Estado trata de intervenir aún más a partir de su óptica, y la ensayista Elvira Roca Barea nos dice: “Analfabetos ha habido siempre, pero nunca habían salido de la universidad”. 

Como al actual mandatario, a la gran mayoría de los mexicanos nos interesa que haya una menor desigualdad económica y social, para bien de todos… o sea, de la sociedad. Pero, ojo, la popularidad y cierta pulsión ideológica terminan por aumentar la pobreza sin reducir la inequidad. 

En sí, el Informe no aportó novedades y confirmó incongruencias con perspectivas nada alentadoras. Se omitieron temas y se ve muy forzada la restauración oficial de esperanzas que puedan animar a los votantes, quienes tendrán que perseguir ventajas políticas o una fe casi religiosa, mientras la verdad y la libertad se van al acercarse las elecciones sin el INE. 

Con todo, el país no ha sido serio. Por ejemplo, la economía es hoy más pequeña que en 2018 y somos más pobres en conjunto. Así vamos, por muchas razones. 

A ver, dice un ama de casa, si yo sé que soy eficaz y honesta no salgo cada semana decirle al mundo que lo soy. El presidente lo hace un día sí y otro también. Digamos que lo repite porque ni él se lo cree, o igual quiere acabar de convencerse a sí mismo. 

Hemos caído en el juego que “nos pusieron a unos contra otros, para que no anduviéramos discurriendo todos contra ellos”, señala una joven abuela que desea un país más seguro para su nieta. La polarización da fuerza al populismo y/o la demagogia (sinónimos), aunque a costa de lo que requiere la nación. 

No es que nada nos parezca (traté de creer en su transformación contra la pobreza y la corrupción) pero ¿qué podría ir ahora en la dirección correcta? … ni las buenas ni las malas intenciones (perpetuarse en el poder por el poder). Con la economía lo que viene es muy negativo para los mexicanos. 

A menudo la soberbia se menciona entre las probables explicaciones de las actitudes equivocadas y nunca corregidas de un líder político. La ignorancia y un síndrome (Hybris) o desubicación mental dan lugar a una ceguera que lleva a grandes absurdos. 

Claro, México es un país tan diverso que no puede sujetarse en forma indefinida a las fallas de un individuo que, sin duda, se ve inflado por las mentiras de un culto a la personalidad que denota lo opuesto a la verdad y a lo que se tiene que hacer. No será posible enfrentar bien lo complejo de la inflación (incluidos salarios y tasas de interés), la inseguridad, la pobreza, el hambre, la economía (inversión y crecimiento), el desprestigio internacional o las incompatibilidades con Estados Unidos. 

  

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