Raúl Flores Martínez.
Con buenos deseos y mentiras, nunca se logrará la paz en el país, esa paz que tanto pregona el Presidente Andrés Manuel López Obrador en sus informes de gobierno y conferencias mañaneras.
Hace unos días estuve en Morelia, Michoacán, un estado que ha sido devorado por la lucha de las células del crimen organizado, en esta entidad la paz murió desde hace dos décadas; municipios como Aguililla, Chinicuila, Coalcomán, Zinapécuaro, y también algunas colonias de la ciudad, es evidente la salida masiva de su población.
Casas bien construidas de dos plantas, que, en la ciudad de México, podrían tener un costo comercial de más de tres millones de pesos, en esta capital del estado michoacano, se podrían conseguir en 400 o 500 mil pesos, cómo máximo.
Casas baratas, toda una ganga para muchas personas; sin embargo, una vez que pisan la vivienda en pocos minutos llegaran los integrantes de las células del crimen organizado para exigir el pago correspondiente del llamado derecho de piso, algo que no sabe el Presidente humanista de México.
Sabemos que desde el Presidente Felipe Calderón a la fecha, se han tratado de llevar diversas estrategias dirigidas por poderes y partidos distintos, pero no han cambiado el deterioro del estado, incluso se incrementaron los ataques entre bandos rivales.
Es un hecho que el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, el primer gobernador morenista, tiene los datos precisos de que 136.8 personas han sido asesinadas por mes, 4.56 por día o una cada 5.2 horas.
La inseguridad que se vive de manera silenciosa en algunos municipios de Michoacán, ha traído duelos interminables porque familias enteras han perdido seres queridos por las ejecuciones o los constantes enfrentamientos de las células delictivas.
También han traído pobreza, marginación y un éxodo de familias enteras a otros estados con la finalidad de evitar ser presas del crimen organizado; dejando atrás casas, terreno, animales y pertenencias que lograron tener con años de trabajo.
La violencia en Michoacán creció exponencialmente a pesar de los buenos deseos y las mentiras del Presidente López Obrador, una violencia recrudecida que afecta directamente a sus habitantes que prefieren empezar de cero en otra entidad, y que la famosa cuota de tres mil pesos que da la Cuarta Transformación, no les cambiará la vida.