Boris Berenzon Gorn.
La educación consiste, principalmente, en lo que hemos desaprendido
Mark Twain
Afortunadamente, somos cada vez más conscientes de los modelos de crianza y educación que empleamos con las nuevas generaciones. Es una preocupación común la eliminación de la violencia, el acoso y la falta de inclusión de las diferencias; problemas que en el pasado suscitaron una serie de efectos en los adultos que van desde la reproducción de los modelos de violencia y acoso que se vivieron en las infancias, hasta el surgimiento de problemas físicos y emocionales cuyos efectos podrían durar para toda la vida.
La crianza positiva y la educación basada en la construcción de aprendizajes ha ganado terreno desde hace un par de décadas, pero desgraciadamente, no se ha implementado en el sector público con la injerencia que lo ha hecho en el privado. La educación pública, al menos en nuestro país, sigue cargando con una serie de problemáticas que dificultan su mejoramiento, en especial con temas presupuestales que se relacionan con la correcta capacitación del personal, lo se refiere no únicamente a los conocimientos que se deben tener para dominar una materia, sino también para manejar las emociones de manera positiva sin ejercer violencia, involucrar los alumnos con diferentes tipos de aprendizaje, crear modelos más propositivos y novedosos, así como manejar grupos de manera pacífica.
La educación en el hogar y en el aula requiere transformarse para mejorar la calidad de vida de las personas, rompiendo los modelos que antaño generaban más adiestramiento que pensamiento crítico y que desgraciadamente todavía no desaparecen por completo. Para educar se requiere más que enseñar datos inútiles o exigir la memorización de fechas y procedimientos, se trata de incentivar al máximo la capacidad de cuestionarse lo que no se sabe o no se comprende, estimular la resolución de problemas con los mecanismos propios empleando los saberes aprendidos en cualquier parte, brindar herramientas para discernir la información e interpretarla, así como crear vías para que el aprendizaje sea un modo de vida y no una obligación escolar.
Los hábitos son importantes, pero no deben ser vistos como algo forzoso, hay que transformar la enseñanza negativa e insistir en lo positivo, es decir, en vez de amenazar a las y los alumnos asegurando que fracasarán al no tener un hábito, se necesita concientizar sobre los beneficios que éste produce tales como la simplificación de tareas, la optimización del tiempo, la diversión, así como resaltar aquello que resulta interesante, siempre confiando en la independencia del otro. La enseñanza debe fomentar que las personas sean independientes, libres, capaces de cuestionarse y pensar por sí mismas, en suma, generar adultos funcionales sin distinción de su condición de género, estrato socioeconómico, diferencia cognitiva o capacidad física.
Si esto no se ha logrado en la educación pública es porque prevalecen modelos ineficaces que fomentan una relación de poder vertical entre docente y alumno, porque las tareas están más enfocadas en llevar a cabo acciones cuantificables que ejercicios prácticos y porque se sigue buscando incrementar un solo tipo de inteligencia sin considerar otras formas de aprendizaje, como por ejemplo el arte. El docente no actúa como facilitador o guía, sino como mentor o tutor, de tal suerte que el espacio que se concede a la libertad de acción es poco y por lo tanto genera dependencia con base en modelos de autoridad.
Al mismo tiempo el aprendizaje requiere de transformaciones socioculturales profundas, y en buena medida, de la deconstrucción, es decir, del cuestionamiento de nuestras creencias y prácticas frecuentes, mismas que se han gestado históricamente y que se transmiten de generación en generación. Es preciso que este cuestionamiento llegue a las infancias, se mantenga en la adolescencia y no abandone a la persona en la vida adulta, pues sólo una actitud crítica ante los prejuicios puede garantizar su disolución.
En lo que respecta a este tema hay numerosos prejuicios que deben ser cuestionados. Prevalecen estigmas en torno a los roles de género, por ejemplo, que las mujeres se interesan menos por las ciencias y las matemáticas y que los hombres son malos para las tareas manuales y verbales. Existen numerosos estudios que han probado que esto es falso, en la mayoría de los casos, las niñas son desincentivadas a interesarse por las matemáticas por su entorno y las estructuras de enseñanza-aprendizaje, pero se ha comprobado que con cambios en los modelos sociales ellas se involucran perfectamente y son capaces de lograr un desempeño brillante, en buena medida esto es consecuencia de que a las niñas se les enseña desde pequeñas a cumplir con roles que tienen que ver con su papel como madres y amas de casa.
Los niños en cambio son frecuentemente estigmatizados si se interesan por labores domésticas como cocinar, pintar, coser, tejer o bordar, cuidar un bebé o prestarle atención a su apariencia física. Desde pequeños se les excluye de este tipo de labores tachándolos de afeminados lo que además de ser misógino y homofóbico, genera modelos de masculinidad que los afecta. Lo masculino se asocia con la independencia, la violencia, la autosuficiencia y la desconexión de las emociones, lo que conduce a diversos problemas en el adulto y deriva en adicciones y problemas para establecer relaciones estables. Al mismo tiempo, cuando a los hombres se les niega contar con aprendizajes básicos como coser un botón o planchar una camisa, su desarrollo como adultos funcionales se ve mermado, generando relaciones de codependencia.
Pero también se deben cuestionar los poderes que inciden en la educación: la construcción de autoridades verticales no es pedagógica, la obediencia se basa en el miedo y no garantiza la voluntad de comprender y construir. Cuando a una persona que pregunta por qué debe hacer algo se le responde con un “por que yo lo digo”, “porque es tu obligación” o “porque si no lo haces no vas a obtener esto o aquello”, no se le proporcionan razones válidas para que se involucre con su propio aprendizaje. De esta forma el aprendizaje es negativo, se busca evitar el castigo y no incrementar los saberes. Los efectos en las sociedades democráticas se muestran en los niveles de criminalidad: no se trata de crear leyes más severas, sino de atacar el problema de raíz mejorando las condiciones de vida.
Es importante validar las emociones, algo que no solo deberíamos aplicar con las infancias y juventudes, sino también en la edad adulta. Invalidar las emociones es un tipo de violencia, por lo que es preciso prestar atención a los temores, ansiedades, tristezas, enojos, alegrías, euforias y cualquier manifestación emocional tratando de comprender al otro desde a empatía y sin comparaciones. No obligar a que actúe o sienta como nosotros lo haríamos, sino respetar, validar y actuar en consecuencia con todo aquello que forma parte de los sentimientos y comportamientos de tal suerte que se fortalezca el derecho a sentir y expresar de manera saludable.
En la educación hay que trabajar por la deconstrucción y la eliminación del acoso escolar, identificar las conductas de discriminación y violencia y actuar a tiempo desde el diálogo y la capacitación no únicamente de profesoras y profesores, sino también de padres de familia, autoridades, personal administrativo y por supuesto alumnas y alumnos. Gran parte del acoso lo produce la ignorancia y el miedo ante la diferencia, es promovido a menudo por los mismos docentes y padres de familia, como ocurre por ejemplo con el caso de las neurodivergencias, puesto que se cuenta con poca información que resulta en el aislamiento de quienes comprenden de manera diferente.
Transformar la educación es una tarea que no solo debe estar enfocada al diseño de temarios, sino al entorno social y emocional que influye en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Es preciso que la educación sea reconocida como el bastión del futuro para el mejoramiento de la sociedad, pero para eso debe adaptarse a los nuevos tiempos, incorporar las nuevas tecnologías y sobre todo reconocer las limitaciones que tuvo en el pasado con el objetivo de que los conceptos de progreso o éxito no se limiten al estándar económico, sino que abarquen todos los aspectos de la vida de los seres humanos.
Manchamanteles
A la famosa canción de Joaquín Sabina, “19 días y 500 noches”, Travis Birds le compuso una divertida réplica que ha ganado cierta fama, “19 días y 500 noches, después” narra la historia de la mujer en cuestión contestándole los reproches a Sabina:
Esa canción,
en la que contaba la historia a su modo
en la que me echaba la culpa de todo
de las tropelías y las tonterías
donde me compraba con bisutería
mientras le servía jarros de agua fría
yo le añadiría, por ponerle el broche
que, a mí, sin embargo
sus famosos 19 días y 500 noches
¡se me hicieron largos!
Narciso el obsceno
INSTRUCCIONES PARA DISTINGUIR NARCICISMO DE AUTOESTIMA.
Conteste con honestidad la siguiente pregunta: ¿sólo yo poseo esta virtud?
Si su respuesta es positiva consulte a su terapeuta de cabecera.