Marissa Rivera.
Como preámbulo al Cuarto Informe de Gobierno, comenzaron a trasmitirse en radio y televisión una serie de spots sobre los “supuestos” avances de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador.
En uno de ellos, el mandatario hace referencia a la salud pública, su talón de Aquiles.
“No somos iguales, durante los gobiernos neoliberales por corrupción, se apostó por privatizar la salud. Ahora que ya pasó la pandemia, afortunadamente, estamos dedicados a levantar el sistema de salud pública, atención médica y medicamentos gratuitos, la salud no es un privilegio es un derecho de nuestro pueblo”.
¿Logros? O ¿mentiras?
Según el presidente la pandemia ya pasó. Todavía no.
Es evidente que actualmente el número de muertes por Covid disminuyó, pero todavía mueren mexicanos y miles se contagian todos los días.
Asegura que están dedicados a levantar el Sistema de Salud Pública. De alguna manera acepta que está por los suelos, sino es que más abajo.
Pero, porque su gobierno desapareció el Seguro Popular que, a pesar de sus limitaciones, atendía a miles de mexicanos con pocos recursos, era la institución que brindaba servicios de salud gratuitos a todas las personas sin seguridad social.
Su fobia a las instituciones que crearon sus antecesores, provocó que lo eliminara y en su lugar pusiera al Instituto Nacional de Salud y Bienestar.
Una institución que, si el Seguro Popular era malo, el INSABI es peor.
Según él, se atendería de manera universal todos los padecimientos. Pero tristemente ni medicamentos tiene.
Y no solo eso, hace unos días, Juan Antonio Ferrer, director del INSABI, aclaró ante diputados, que el instituto no ofrece un mal servicio de salud, porque ni siquiera lo ofrece.
Su función insistió es fortalecer la contratación de trabajadores.
Nos queda claro, que no son iguales, son malísimos.
A penas el sábado pasado, familiares de niños con cáncer marcharon en la Ciudad de México ante la crisis que hay por el desabasto de medicamentos.
En la llamada Caravana por la Salud, representantes de Michoacán, Oaxaca, Estado de México, Tamaulipas, Tlaxcala, Guerrero, Monterrey, Puebla y la Ciudad de México, exigieron garantizar los medicamentos de niños con la arenga “quimios si, desabasto no”.
Frente a estas legítimas manifestaciones, de verdad ¿hay algo que presumir en el Sistema de Salud Pública de esta administración?
El desabasto de medicamentos pediátrico oncológicos, durante casi cuatro años ha costado la vida a más de 3 mil niñas y niños.
Claro que no son iguales, les falta sensibilidad y empatía.
Y aún, frente a esta realidad, se tiene el descaro de decir que México tendrá uno de los mejores sistemas de salud pública del mundo.
Primero, abastezcan de medicamentos a las clínicas, hospitales e institutos de salud, públicos. Inviertan en salud y no en injustificables obras faraónicas. Segundo, paguen bien a médicos y enfermeras. Y luego vemos si no son iguales.
Porque por lo pronto y a pesar de la propaganda oficial, a todas luces, el sistema de salud mexicano, está rebasado.
Simplemente no es una prioridad para el gobierno federal, aunque se diga lo contrario. No hay abasto de medicinas, no hay atención médica ni inversión en infraestructura de salud.
Y además, quieren desaparecer a las clínicas anexas de las farmacias, que han ayudado a millones de mexicanos a curarse de una enfermedad menor.
De acuerdo con el Coneval, entre 2018 y 2020, 15.6 millones de personas se quedaron sin servicios de salud.
No hay nada que celebrar, señor presidente.
No queremos ser como Dinamarca, solo que sean empáticos, que tengan tatita sensibilidad y que haya medicamentos y atención médica para quienes no tienen seguridad social.
Con eso, ya si no son iguales, no sean peores.