Por. Patricia Betaza
El gobierno federal dio a conocer recientemente que en julio de este año se redujeron 51.7 por ciento los feminicidios en México, en relación con el máximo histórico de agosto del 2021.
A pesar de los esfuerzos por bajar este delito, esta cifra no se traduce en que haya justicia y se castigue a los culpables.
El caso más paradigmático es el de Debanhi Escobar. Aquí algunas de las razones. Aunque el feminicidio fue ampliamente difundido en medios nacionales e internacionales; las autoridades federales lo retomaron; y se le practicaron tres autopsias, no hay hasta este momento una sola persona detenida.
Lo último que se supo es que la Fiscalía General de la República (FGR) atraería la carpeta de investigación a petición de sus padres. Se espera que en cualquier momento la Fiscalía de Nuevo León formule una imputación penal contra quienes obstruyeron la acción de la justicia al inicio de la investigación. Hay que recordar que en la primera autopsia hecha por las autoridades estatales se señaló que la joven había sufrido un golpe cuando cayó en la cisterna de un motel. Las otras dos autopsias revelaron lo contrario.
La muerte de Debanhi Escobar ilustra perfectamente la negra realidad que envuelve a los feminicidios, como a la mayoría de los crímenes cometidos en este país; las dificultades para realizar las investigaciones y encontrar a los culpables.
A la muerte de Debanhi se suman otros casos lamentables. El más reciente, el de la doctora Alejandra Zárate, jefa de patología del Hospital Español, ocurrido en la CDMX. Su cuerpo fue encontrado sin vida en la cajuela de su auto, en la colonia Pensil. Hasta ahora nada relevante se ha dado a conocer.
¿Cuándo terminará la ola de feminicidios en México? Importante sin duda, la disminución de los casos. Pero insisto: la impunidad deja el camino libre para quien quiera terminar con la vida de una mujer.
