Equipo con Daniel Ortega

Rubén Cortés.

 El gobierno de México mantiene su congruencia política con la dictadura de Daniel Ortega, en el propósito de incapacitar a la sociedad civil (desde la Iglesia a las ONGs) para que ésta no pueda enfrentar el sistema de mando único que construye con objetivo transexenal.

 Lo demostró otra vez al negarse a condenar al régimen orteguista en una resolución aprobada por la OEA contra “el hostigamiento a la Iglesia católica y la persecución de la prensa y las organizaciones no gubernamentales en Nicaragua”.

 Es congruente, porque aquí el presidente acusa a los sacerdotes de la Iglesia católica de que “están muy apergollados por la oligarquía; y son capaces de inventar cualquier cosa, en los periódicos, la radio para dañarnos”.

 Es congruente, porque aquí el presidente acusa de traición a la patria a la ONG Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad por ser financiada por Estados Unidos; así como al portal Animal Político, por reciben recursos de las fundaciones Ford y Kellogg.

 Además, el de México fue de los pocos gobiernos que avalaron la pantomima de “cuarta toma de posesión” del sátrapa Daniel Ortega, junto con las autocracias de Belarús, Cuba, Turquía, Venezuela, Vietnam, China, Corea del Norte, Irán, Rusia y Siria.

 Y no es por no intervenir en la soberanía de otros países, como asegura el presidente, pues él mismo interviene en la soberanía de otros países, hasta pidiendo el voto para determinado candidato en elecciones, como en junio en Colombia.

 Incluso, el Día de la Independencia de Estados Unidos, pidió desmontar la Estatua de la Libertad si un juez estadounidense condena a Julian Assange. Sí: el defensor de la no intervención intervino para afirmar que la estatua “ya no es símbolo de libertad”.

 En cambio, México es de los pocos mandatarios del continente (con los San Vicente, Bolivia, El Salvador y Honduras) que no condena al dictador Ortega por asesinar y encarcelar opositores, periodistas y sacerdotes, cerrar universidades y cancelar ONGs.

 La resolución de la OEA más reciente, que se negó a condenar el gobierno de México, exige el fin del hostigamiento a la Iglesia católica, la persecución de la prensa y las ONGs; y la liberación de los 200 presos políticos.

 Entre esos 200 presos políticos se encuentran los siete exaspirantes a la presidencia a los que el dictador encerró porque buscaron retarlo en las elecciones que Ortega convirtió en una farsa, porque compitió contra sí mismo.

  México apoyó la pantomima electoral de Ortega. En cambio, tardó 42 días en aceptar la victoria de Joe Biden en Estados Unidos y se niega a mencionar siquiera la condena de 30 años de cárcel para decenas de niños en Cuba por protestar contra el régimen.

 Pues, eso se llama congruencia. 

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