Alejandro Rodríguez Cortés*.
Dice el lugar común, y es cierto, que todos los políticos mienten sin excepción, porque alcanzar o mantener el poder hace que bien valga la pena engañar sin pudor a quien sea necesario: potenciales electores o gobernados. Promesas incumplibles e incumplidas, cifras de gestión pública maquilladas, cuentas presupuestales alteradas, extorsiones políticas y económicas. De todo un poco.
Pero parece que el embuste vive su tiempo estelar en la mal llamada Cuarta Transformación: un presidente de la República que contabiliza alrededor de 80 mil mentiras en sus casi 900 conferencias mañaneras durante lo que va de su gobierno; el avión rifado que ahí sigue; el aeropuerto de “clase mundial” que opera una decena de vuelos diarios; la inexistente vacuna mexicana “Patria”; la refinería inaugurada que no refina un litro de gasolina; el litio “nacionalizado”, inútil por unos años más; la cruzada antiimperialista comprometedora de nuestra principal sociedad comercial. En fin, para colmo, una sección semanal en el show tempranero de Palacio Nacional que miente para supuestamente desmentir.
Adicionalmente, tenemos al partido oficial Morena que, con apenas 10 años de vida, ha adoptado a la mentira como su inseparable aliada en un frenético avance que si bien presume ya dominancia política nacional, depende exclusivamente de la figura de su fundador y principal embustero del país: Andrés Manuel López Obrador.
No hay cosa relevante en Morena que no pase por el escritorio del mandatario. Quien destruyó al PRD para fundar su propio partido decide ajustes, candidaturas, dedazos disfrazados con encuestas, asignación de recursos, premios y castigos. Sí, siempre AMLO, el mismo que instruyó a realizar la farsa de la elección interna partidista de hace unos días, una gigantesca mascarada para disfrazar de partido político a un movimiento amorfo que aglutina tribus salvajes simplemente en torno a la figura de su poderoso líder.
Pero vayamos por partes. Morena convocó la semana pasada a elegir congresistas estatales y nacionales que a su vez serán consejeros partidistas que oficialmente decidirán cargos directivos y tomarán decisiones políticas de cara a un Congreso Nacional en el mes de septiembre.
Oficialmente se instalaron para la votación interna un total de 553 centros de sufragio en 300 distritos electorales en todo el país, de los cuales 19 fueron anulados por disturbios violentos, quema y robo de urnas y otros incidentes calificados mentirosamente como “aislados” por la dirigencia y por el propio presidente de México.
Tenemos entonces una cifra de 534 mesas receptoras de los votos morenistas, que según las absurdas e insultantes cifras oficiales de Morena -avaladas desde Palacio Nacional- recibieron 3 millones de sufragios en números redondos.
Pamplinas.
Si eso fuera cierto, en cada una de las casillas instaladas y válidas se debieron de haber depositado un total de 5,618 papeletas durante los dos días que duró el proceso. Siendo generosos y si calculamos que esos lugares funcionaron 8 horas el sábado y otro tanto el domingo, tenemos que votaron un total de 351 morenistas cada 60 minutos. ¡Casi 6 votantes por minuto o uno cada 10 segundos! En forma ininterrumpida y contínua durante 16 horas.
Lo peor es que hay quien se cree el cuento. Un despropósito de los mismos personajes que quieren minar o aún destruir al Instituto Nacional Electoral, el mismo INE que contó los 30 millones de votos con los que ganaron la presidencia de la República. Pero también los mismos que dieron certeza a la elección federal intermedia donde Morena ganó varias gubernaturas pero perdió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y la mitad de su bastión político principal: la ciudad de México.
¿Estos engañabobos quieren hacerse cargo ellos mismos de procesos constitucionales cuando ni siquiera pueden realizarlo decentemente en el seno de su propio partido? Lo que nos esperaría en 2024 si eso sucediera.
Pero así como se les da la mentira, no aplican el rubor: después de la monumental patraña de los 3 millones de votos iniciaron la nueva tomada de pelo del parlamento abierto para impulsar su reforma electoral. Esa que no pasará porque ya no tienen mayoría legislativa para avalarla.
Afortunadamente.
*Periodista, comunicador y publirrelacionista.
@AlexRdgz