Carlos J. Pérez García

Carlos J. Pérez García.

¿Cuáles son, realmente? Me insistió ya desesperado ante tanta palabrería confusa, pues nos quieren manipular. ‘La neta’ es bastante sencilla, agregué… aunque sus millones de fieles le crean a él al verlo todavía como una esperanza. Y sí, ‘la mera verdad’ prevalece lo falso. 

De ambos lados, son numerosas las acusaciones que se vuelven insultantes. Igual, las respuestas o predicciones que favorecen o aniquilan al gobierno federal o a la sociedad civil (la malvada oposición). Y es necesaria cierta claridad ante los constantes intentos de confundir. 

Para mí, digamos, un conservador es alguien como Margaret Thatcher, la exitosa primera ministra británica que siguió políticas definidas y venció a los sindicatos, con lo que abrió una época de modernización económica más liberal. Pero en México el actual presidente liga el concepto al grupo Conservador del siglo XIX, que enfrentó a Benito Juárez del partido Liberal. Ninguno de ellos se ve hace mucho, aunque nos trae anécdotas y frases llamativas para legitimarse a pesar de las diferencias. 

¿Modernización sería un término del conservadurismo tradicional, o más bien del neoliberalismo y los mercados abiertos? ¿Del pasado (siglo XX y anteriores), o del XXI hacia adelante? 

¡Un auténtico liberal estaría a favor de las libertades políticas, económicas y sociales, incluso la religiosa! Aquí, el discurso presidencial usa la frase juvenil “prohibido prohibir” de Francia 1968 (hace más de medio siglo). Pero, ojo, la democracia liberal que hemos construido estas décadas con el INE y el TEPJF, se enfrenta al iliberalismo o antiliberalismo de Morena y sus legisladores en torno al líder máximo. 

A su vez, en lo social está claro que hoy a los pobres se les enaltece o romantiza su condición y se les niega, de hecho, la posibilidad de aspirar a algo superior a través de la educación y capacitación que demandan trabajos más productivos y mejor remunerados. Son prioritarios, pero requieren visión e inteligencia. 

En lo económico, la tendencia es en verdad antiliberal: nacionalista; estatista, proteccionista; regulatoria; anti-mercado; anti-órganos independientes; anti-técnica o tecnócratas; anti-organismos internacionales; no ecológica; no favorable al lucro que mueve a la inversión privada. En la práctica, eso sí, se han mantenido casi todos los elementos de un modelo (neo)liberal: la autonomía del banco central, el orden fiscal, la paridad sin mayores intervenciones, los mercados en general, el sistema bancario y la apertura externa (hasta ahora), con unos pegostes en la política agropecuaria o las energías fósiles. 

Ante la temible y enredosa inflación (que les parece muy sencilla) han optado por guardarla en alguna medida bajo la alfombra para que sea menor a la de Estados Unidos al subsidiar la energía eléctrica y de hidrocarburos, aunque las subvenciones no pueden ser permanentes y las presiones que se acumulen deberán ser liberadas más tarde. El Banco de México tendrá que cumplir con su relevante papel y la oferta productiva sólo podrá aumentar a mayor plazo. 

Lo que ha estado ausente este sexenio es una política de crecimiento que genere riqueza (distribuible) y empleos de más productividad, la cual requiere un decidido impulso de inversiones cruciales (extranjeras, sobre todo) con el apoyo del gobierno. Se insiste, sin embargo, en ahuyentar la inversión en forma directa e indirecta. 

Con tantos bretes (seguridad; salud y seguridad social; educación…) la economía ha pasado a segundo término, si bien ahora vuelve a escena envuelta en medidas erróneas y lamentables falsedades. La inflación no la entienden y la simplifican demasiado, entre enormes riesgos o límites a los intentos de manipular precios y mercados. 

Su objetivo final está muy claro: no entregar el poder a sus adversarios el 1 de octubre del 2024, para lo cual consideran que se vale todo con la idea de cubrirse las espaldas y compensar la evidente falta de resultados positivos. Bueno, las encuestas aún sugieren que la continuación de la 4T viene a ser lo más probable… si el líder máximo no “se desploma”, coinciden varios alistas. 

Mi amigo que tanto pregunta ya no sabe qué creer. Pero entiende que si le siguieran funcionando las mañas y mentiras a este movimiento hacia el 2024, les iría bastante mal el próximo sexenio a ellos y a México. Tal vez la popularidad y “los culpables” (incluido Estados Unidos) no serían suficientes. Nada estimulante, oigan. Habrá que entrarle y encontrar salidas.  

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