Paco Moreno*.
La polarización social es un tema que debe abordarse con carácter urgente. La división y el encono sólo generan confrontación, un asunto que no aporta nada a la vida democrática nacional.
En días pasados, el presidente Andrés Manuel López Obrador argumentó en favor de su postura de contratar médicos cubanos para laborar en zonas marginadas de México; dirigiéndose a los conservadores dijo: “que se vayan al carajo porque primero es la salud del pueblo”.
Nadie puede estar en contra de que el gobierno proporcione servicios de salud de calidad en las comunidades más apartadas y, por ende, aquellas donde habitan los mexicanos que menos tienen. De hecho, esta sería una medida a la que amplios sectores sociales nos sumaríamos, de existir una estrategia clara, por supuesto.
El tema, es que el proceso de contratación de dichos médicos ha generado controversia; diversos sectores sociales se han pronunciado al respecto, señalando que esta acción es una forma justificada en una innegable necesidad nacional en el tema de la salud, para financiar al régimen cubano, merecedor de la abierta simpatía del titular del Poder Ejecutivo.
Sobre el asunto, diversas agrupaciones de médicos han señalado que esta medida del gobierno mexicano no tiene un sustento bien definido, que tiene muchos puntos oscuros y carece de justificaciones plenas.
No obstante, para hacer frente a la discusión sobre el tema, el presidente ha optado por la descalificación de las voces críticas y las ha enviado, directo y sin escalas, “al carajo” (sic).
Este concepto, tan extendido en ciertas regiones de habla hispana, tiene múltiples acepciones, una de ellas se refiere a la negación o rechazo. No hace falta hacer más acotaciones al respecto; aunque sorprende sobremanera que la utilización de esta palabra subraye el hartazgo presidencial; de la misma forma, los aludidos —como buenos mexicanos entendedores— han calificado de innecesaria la alusión, misma que rebasó el tono de molestia hasta transformarse en una clara agresión verbal.
Sobre el particular podríamos desgarrarnos las vestiduras y sentirnos agredidos o, tal vez, diríamos que se trata únicamente de una expresión carente de malicia original. Lo cierto es que la frase empantanó la discusión; el fondo del asunto es que los cuestionamientos quedaron sin una explicación satisfactoria; todo concluyó en un “hasta aquí llegamos” sobre este tema y a otra cosa mariposa.
Lo lamentable es que la agenda nacional, ya de por sí complicada, continúa saturada de pendientes, y parece seguir entrampándose en esta suerte de discusiones bizantinas —por supuesto que importantes—, que distraen a los ciudadanos y al propio gobierno en sus respectivas obligaciones y derechos en el seguimiento y evaluación constantes de los temas de la vida nacional que no han cambiado en el semáforo rojo y que por su naturaleza requieren solución inmediata.
Todos esperamos que desde la ciudadanía se retome el cauce de la discusión democrática, que los interlocutores abandonen sus respectivas trincheras para dedicar tiempo a la construcción de acuerdos. Será importante mantener siempre presente que las visiones unilaterales terminan por desgarrar el ya de por sí frágil tejido social, y los pendientes ahí seguirán, no se irán, por el contrario, se convertirán en verdaderas bolas de nieve que seguirán dañando a su paso, por igual, al gobierno en su búsqueda de hacer bien las cosas, y, principalmente, a los ciudadanos que cada vez están más desprotegidos. Los mexicanos necesitamos que nuestros problemas vuelvan a ser el foco de atención; los pleitos de cantina seguirán estando de más; urge la reconciliación nacional porque el destino ya nos alcanzó.
¡Sean felices!
@PacoMorenoM
*Abogado, Sociólogo. Catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha sido legislador federal y local por Morelos, delegado del IMSS y titular de la Procuraduría Federal del Medio Ambiente (Profepa).
