Rubén Cortés.
Ya empieza a rendir frutos el boicot del presidente a la Cumbre de las Américas. Con su férrea lucha para que Estados Unidos permita ir a Cuba y Venezuela, consiguió que éste les dé una zanahoria a sus aliados: Washington aflojó un par de sanciones económicas.
Así, todos contentos. Y el mandatario mexicano salva la honrilla como operador diplomático de las dictaduras latinoamericanas; mientras por otro lado le funciona a Estados Unidos como martillo de los migrantes que huyen de la miseria que crean esas dictaduras.
Es decir, el presidente mexicano logró de su enemigo Joe Biden (para sus aliados cubanos y venezolanos) lo que nunca se atrevió a pedirle a su amigo Donald Trump. Porque fue Trump quien impuso a Cuba y Venezuela las sanciones suavizadas ahora por Biden.
Al contrario, tras la visita del presidente mexicano a Washington, tuvieron que regresarse a La Habana los médicos cubanos que vinieron con el pretexto de la pandemia; y tras la visita del fiscal general William Barr, se tuvo que ir Evo Morales.
Ahora, a Cuba, el Departamento de Estado le revierte algunas de las 240 sanciones de Trump, como el restablecimiento de vuelos comerciales a todas las provincias de Cuba, y el límite de mil dólares por trimestre a las remesas.
Aumenta los servicios consulares, el procesamiento de visas, facilidades para que las visitas de parientes a Cuba y que viajeros estadounidenses autorizados asistan a reuniones y realicen investigaciones en la isla.
A Venezuela, el gobierno de Biden autoriza a la compañía petrolera estadounidense Chevron a poder hablar con la estatal venezolana PDVSA, para valorar si en el futuro pudiesen hacer algo juntas.
Pero nada del fin de la prohibición de comercializar bonos del Tesoro venezolano en mercados financieros estadounidenses, hacer negocios con PDVSA, o liberar a los funcionarios venezolanos los activos que les tienen congelados en Estados Unidos.
El levantamiento de esas medidas para la arruinada Cuba es mucho menos que una gota en un océano. Es sólo una zanahoria. Pero el gobierno cubano, al igual que el actual de México, viven de la propaganda. Y esto es propaganda. Lo mismo aplica para Venezuela
El presidente mexicano dirá a su piso de 15 millones de seguidores cautivos (solo para ellos es que habla a diario) que la 4T es muy grande porque logró que el imperio afloje sus embates contra los pobres camaradas cubanos y venezolanos, aunque sea poco aún.
No importa que, a la vez, le haya aceptado a Biden recibir migrantes cubanos para deportarlos, con lo cual revienta a la dictadura, que justamente rompe el embargo con los cubanos que llegan a Miami y le mandan dólares enseguida.
Pero los consumidores de propaganda matutina suelen pensar poco.