Rubén Cortés.
El avance de la economía mexicana hasta 2018 provocó que en México se empezara a pensar que los migrantes ya eran sólo centroamericanos. Y con razón: 2018 registró el menor número en la historia de mexicanos sin papeles que vivía en Estados Unidos.
A la llegada al poder aquí del grupo político que gobierna hoy, los migrantes ilegales mexicanos en Estados Unidos ya se encontraban en franca minoría ante migrantes de otros países. En 2007 eran 8.2 millones, pero 10 años después la cifra bajó a 6.2 millones.
Sin embargo, la llegada del actual gobierno impulsó nuevamente el éxodo de paisanos indocumentados a Estados Unidos, a causa del cero por ciento de crecimiento de la economía en 2019, la caída a menos 8.2 por ciento y la entrada en recesión técnica en 2021.
Así que la policía migratoria estadounidense deportó a 250 mexicanos el pasado año, que resultaron ser 41 mil 135 más que los que fueron expulsados en 2020. Es penoso, porque en los últimos años nuestros paisanos lo estaban haciendo era regresar a casa.
“A partir de 2007, la cantidad de inmigrantes mexicanos no autorizados disminuyó, ya que se fueron de los Estados Unidos más de los que llegaron”, señala un informe del Pew Research Center, elaborado por Jeffrey S. Passel y D’Vera Cohn.
Pero hoy es peor, pues en este gobierno, por primera vez en la historia, los paisanos son detenidos del lado nuestro de la frontera por el propio Ejército mexicano, que desde 2019 funciona como el muro fronterizo que prometió Trump en su campaña de 2016.
Además, sus envíos de remesas se están empezando a contaminar y están bajo la mira del gobierno estadounidense, porque la Agencia Antidrogas considera que los envíos de efectivo son parte de los métodos de lavado de dinero que usa el crimen organizado.
El Banco de México reportó en 2021 la llegada al país de 51.594 millones de dólares. Sin embargo, fue de apenas tres mil millones de dólares la masa de remesas reportadas en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gasto de los Hogares en 2021.
Quiere decir que unos 49 mil millones de dólares que entraron en forma de remesas, no acabaron en las manos de los familiares, sino en las de los cárteles, en un proceso con base en envíos de pocas cantidades para no hacer sonar las alarmas de las autoridades.
Como sea, el presidente llama héroes a los paisanos, quienes, aún así, cuando vienen de visita tienen que mocharse con 10 mil pesos con los funcionarios del gobierno en las aduanas, y otros 15 mil con los narcotraficantes para poder entrar con bien a México.
Y, ahora, para colmo, los persiguen los soldados mexicanos.