Carlos J. Pérez García.
Y, entonces, que dice de manera textual: “La democracia es competencia, es contrapesos… para hacer las cosas mejor, hacerlas bien…”. Era lunes 11, un día después de la desairada o prostituida ratificación que se promovió oficialmente como revocación de mandato, y el destello de lucidez podía dar esperanzas para diversas votaciones o incluso hacia una economía de mercado y competitividad en la globalización.
Vemos, sin embargo, que las expectativas reales se alejan cada vez más de la falaz retórica populista, lo que no anuncia nada bueno para México ni para su actual gobierno. Es difícil ver un flanco positivo, por más que se desee.
En fin, agradezco que me sugieran temas como el de la elevada y creciente impunidad a todos los niveles, aun mayor entre el crimen organizado o entre funcionarios públicos de este gobierno o del anterior. Todo ello nos aleja aún más del Estado de Derecho y el control de la corrupción, con efectos muy negativos sobre la seguridad y las perspectivas económicas del país.
Otra sugerencia clara es la revocación de mandato y su conversión de fracaso electoral a “triunfo” propagandístico; o sea, “hacer de las malas, buenas”. Dicho en corto, de un desastre para el gobierno se quiere saltar a un ejemplar apoyo democrático “a pesar del INE”.
Muchos coincidiremos en que el actual presidente tenía toda la razón cuando hace casi 10 años (el 23 de agosto del 2012) señalaba: “valerse de la pobreza y comprar votos es una inmoralidad”. Ahora es lo que él despliega en forma desvergonzada por varias vías, como en otros casos en que ve normal la corrupción aunque de candidato la rechazaba con indudable decisión.
Si queda impune este cinismo electoral ¡ya podemos imaginar qué va a suceder en 2024! Sería una tragedia, aparte de que la corrupción no cederá si no baja la impunidad, lo cual requiere deslealtad con familiares o amigos de altos niveles, al igual que con exfuncionarios como Luis Videgaray y Enrique Peña.
El mandatario no podría hablar ya del apoyo de 30 millones de mexicanos. Si acaso de unos 16 del total de 93 millones con capacidad de votar —o no votar— a favor o en contra de su serie de ocurrencias llamada “transformación”. Eso sí, más de un 90% de quienes acudieron este domingo 10 quisieran que termine su sexenio.
Lo primordial sería que el líder se centrara en decidir y operar lo crucial, o incluso en dominar futuras elecciones a partir de resultados, en vez de privilegiar su comunicación e imagen personal. Pero, bueno, sabemos que él no va a cambiar. Habrá que defender la Constitución, el INE, la competencia, los empresarios que generan empleos, los inversionistas que son maltratados, los periodistas que se ven acosados, los legisladores que votan con su conciencia, las mujeres que han sido desatendidas, los deudos de fallecidos y desaparecidos, los que han perdido su empleo…
* MAÑANA DOMINGO SANTO ESTÁN citados los malquistos diputados federales, para ver qué puede rescatar la 4T de la contrarreforma eléctrica que ha sido impulsada por Bartlett y López Obrador. Al final se nos llegó a decir que no es un asunto de energías limpias o sucias, ni tampoco de tratados internacionales, sino simplemente de “los patriotas que apoyan a la CFE y los intereses del pueblo, o los traidores que favorecen a las empresas extranjeras que nos quieren robar”.
El presidente huele que esta votación no la va a ganar y ya piensa en nuevos escenarios para el control del litio y la constitucionalidad de la impugnada ley eléctrica de 2021, otro “gran triunfo” … gracias a las esposas de dos amigos suyos que designó ministras de la Corte, y al nada independiente abogado Saldívar. Aquí y en China, la propiedad pública o privada sería secundaria ante la eficacia económica, a la vez que al morenismo le preocupan mucho menos el Estado de Derecho y la Constitución.
Hay quienes aún creen que la riqueza de un país está en sus recursos naturales, no en la gente: el mundo desarrollado ha invertido mucho y bien en educación. De allí surgen la economía de la información y la innovación en naciones avanzadas con un alto nivel de vida o una menor desigualdad.
Miren, la lógica económica y social quedaba sepultada por el dogma ideológico. Los promotores de estas iniciativas nunca entendieron la función del lucro o remanente en las empresas, ni la Rectoría del Estado en apoyo a las inversiones dominantes del sector privado, que crean los empleos más productivos. No quisieron entenderlo.
@cpgarcieral