Por. Rubén Cortés
Consumada aquí la revocación de mandato, no se debe olvidar que sólo la usaron antes Chávez y Evo Morales y que les sirvió para controlar absolutamente las instituciones, y quitar a la oposición toda posibilidad de ganarle algún día: capturar la democracia, pues.
Tras la revocación de mandato, Venezuela se convirtió en un Estado fallido y ocho millones huyeron del país: un millón de ellos están en países del Caribe, pero ninguno emigró a la caribeña isla de Cuba, donde se fraguó la revocación de mandato como dogma ideológico
Tras la revocación de mandato, Bolivia se hundió en el caminito del gobierno vitalicio de reeleciones amañadas con el apoyo de la Suprema Corte (controlada por Evo Morales) hasta que en 2019 la aventura acabó en tragedia, y México tuvo que asilar al dictador.
Por eso la revocación de mandato se había realizado antes sólo en dos países, que optaron por la dictadura electoral como sistema de gobierno: dominar la Corte, controlar a la oposición, eliminar al órgano electoral; y meter al Ejército en los negocios y el poder civil.
Con la revocación de mandato se rompe el ritmo de la nación, porque los ciudadanos quedan atrapados en el infierno del odio de clases fomentado desde la presidencia, y el mandatario empieza a gobernar por la fuerza, en lugar de hacerlo por la razón.
Se establece una nueva estructura de gobierno y de organización de la sociedad, basada un sistema de orden y mando de un sola persona, alrededor de la cual no queda espacio para los neutrales: se está con él o no se está con él. Y, no estar con él, es un riesgo.
El gobernante es la ley. Por ejemplo, el presidente mexicano lo advirtió la semana pasada:
“Que no vengan con que la ley es la ley”.
Evo Morales se extendió más en su explicación:
“Por encima de lo jurídico, es lo político. Cuando algún jurista me dice que me estoy equivocando jurídicamente, que lo que hago es ilegal, bueno yo lo hago por más que sea ilegal. Después les digo a los abogados: si es ilegal, legalícenlo. ¿Para qué han estudiado?”
Yeidckol Polevnsky ya es poco mencionada, pero ella (como enganche de este gobierno con el eje ideológico castrochavista La Habana-Caracas) advirtió todo esto desde que era la jefa de Morena, antes y después, del triunfo electoral del presidente.
Decía Polevnsky: “El gobierno de Venezuela es un ejemplo para nuestra vida. Me interesa que lo platiquen en sus casas, con sus amigos, con sus familias. Ayúdenos a hablar de la grandeza de Hugo Chávez. Yo no puedo hacer otra cosa que honrar a Hugo Chávez”.
Y tuvo éxito. México logró el chavismo.
En sólo tres años. Un récord.