Rubén Cortés.
La pasión rusa del presidente pone en juego 614 mil 500 millones de dólares de intercambio comercial anual con Estados Unidos; y su mancuerna de gobierno con los militares tensa los equilibrios de poder en el país, y promueve la corrupción.
Con la ruina económica interna, por la inseguridad jurídica para los inversionistas en beneficio de una oligarquía; son Estados Unidos y las remesas de paisanos el principal sostén de los programas sociales del presidente, que cuestan 4.7 billones de pesos anuales.
Pero el presidente se divierte con los asuntos de Estado: en la ONU avala la postura geopolítica del sostén económico de su gobierno y condena a Rusia. Pero apoya a Rusia política y personalmente y no la sanciona, como el resto de del mundo libre.
Se divierte con su posición “no intervencionista”: a Perú mandó a su secretario de Hacienda a mamejar la economía; Segalmex violó las sanciones de Estados Unidos a Venezuela (según su propia Unidad de Inteligencia Financiera), fue a Bolivia a rescatar a Evo Morales…
Armó la candidatura del residente mexicano Andrés Arauz a las pasadas elecciones de Ecuador; viajó Estados Unidos en plena campaña presidencial y apareció en un spot de uno de los contendientes, el entonces presidente Trump.
Y después se tardó 62 días en reconocer el triunfo de Joe Biden, el candidato que venció al suyo, porque dijo que no podía intervenir en los asuntos internos del país al que ya había visitado en la campaña electoral.
También permite a los militares construir un Estado dentro del Estado, al estimular hasta su participación electoral: el Jefe de la Guardia Nacional no promovería la revocación de mandato sin la anuencia de su jefe el presidente.
Sí, el general Luis Rodríguez Bucio participó en un acto de Morena en Torreón. El secretario de Gobernación y otros funcionarios viajan en aviones militares para promover la revocación de mandato.
Por supuesto que el presidente es quien manda, y firmemente. Pero basa todo su poder en el de los militares: les dio el control de los aeropuertos civiles; realizan detenciones, incautan bienes, inspeccionan la entrada y salida del país y hacen fideicomisos.
Ni renden cuentas de 25 mil 460 millones de pesos de los 32 mil 175 millones que reciben de nuestros impuestos, por “seguridad nacional”; y manejan dos mil 700 sucursales del Banco del Bienestar.
Lo que hizo fue sacar a los empresarios del poder político en el que fueron incluidos de 1990 al 2018 y los sustituyó por los militares, quienes han penetrado todo el poder civil. Sólo a un unos pocos empresarios les da juego: a una oligarquía, como Putin en Rusia.
Broncas con Washington y poder a los militares.
Mala sopa.