México.-Una delirante farsa histórica que intenta bajar del pedestal a Benito Juárez (1806-1872) será estrenada el 22 de abril en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.
La pieza, que lleva por título Lo que el viento a Juárez, parte de una trama hipotética en la que el Benemérito de las Américas exhibe la debacle que pudo enfrentar entre fusilar o indultar a Maximiliano de Habsburgo.
El montaje escénico, comentó a Excélsior la directora escénica Silvia Ortega Vettoretti, parte de un documento histórico poco difundido que redactó el propio Juárez.
Se trata del Manifiesto justificativo de los castigos nacionales en Querétaro, en el cual Juárez señala las razones del juicio y de la denegación del indulto a Maximiliano.
Por ejemplo, cuando escribe: “Fue justa la pena que sufrió Maximiliano, porque pesó sobre un crimen inaudito. Fue justa la pena, porque la justicia moral nos dio exactamente la medida”.
Y agrega: “Fue justa la pena, porque así ha podido la nación conciliar la clemencia respecto a la multitud de criminales, con la impasible severidad de la justicia. Sus efectos naturales en el otro continente, también nos dicen que fue justa”.
Al respecto, la historiadora Patricia Galeana ha dicho que en este documento se puede “comprender la trascendencia y el significado de los hechos históricos con que culminó el tiempo eje de México, cuando se definió su Estado republicano, federal y laico”, documento en el que el presidente Juárez “señala claramente las razones del juicio y de la denegación del indulto”.
Por su parte, Ortega Vettoretti asegura que la pieza parte de esa reflexión.
“Pienso que, posiblemente, Juárez debió encontrar muchos argumentos políticos para decir por qué era necesario fusilar a Maximiliano y así establecer la República, pese a que había mucha presión internacional y que, incluso, algunos liberales moderados pensaban que era innecesario”.
¿Qué le llamó la atención de ese manifiesto?, se le pregunta a la dramaturga.
“Me impactó el sentido poético de cómo él loa esta exaltación nacionalista. A veces la sentía un poco exacerbada, pero sé que es un perjuicio de nuestro momento histórico al mirar hacia el pasado”, explica.
“También me interesó esa idea de patria y de cómo se generó la nación, en el sentido de terminar con un sistema colonial y de castas. Eso me impresionó. Porque creo que no hemos logrado terminar con ese sistema, que podemos leer dentro del clasismo”, apunta.
¿Cómo define a Juárez desde su lectura y desde este montaje?, se le pregunta a la también guionista. “Creo que Juárez fue un hombre posiblemente vulnerable y lleno de dudas.
“Fue un tipo con una capacidad mental brillante, que lejos de sus compañeros de generación –entre escritores, políticos y estadistas– él se distinguió por tener un pensamiento firme, lógico y sumamente racional. Pienso que se esforzaba mucho por no mezclar situaciones emocionales, pasionales y mantenerse estoico para tomar decisiones políticas congruentes, racionales y con ideas civilizadas, llevadas a pensar en ciudadanía.
Ortega Vettoretti también destaca que, en el manifiesto, Juárez explica que Maximiliano no compareció ante el Gran Tribunal de la Nación como prisionero, sino como reo de nacionicidio hasta donde pudo consumarlo.
En la primera escena, el espectador verá a Juárez y a su secretario en un espacio vacío, posiblemente en medio del desierto (que para ella es Samalayuca).
Allí, el secretario le pide que se refugie, ya que vienen unos cuatreros que lo quieren matar y, si eso sucede, se termina la República.
El Benemérito obviamente no quiere refugiarse, sino llegar a la capital, pero accede a ocultarse en una bodega, donde él decidirá por qué fusilar a Maximiliano.
“La idea es meter a Juárez en una situación de peligro en la que empiece a flaquear su pensamiento político.
“A partir de ese punto recuerda sus errores y los cuestionamientos que lo enfrentan a un debate interno, en una pieza muy dialéctica que reflexiona entre lo que él cree haber hecho bien y mal, pero en un diálogo muy lúdico”, asegura.
Romper la solemnidad
La directora artística explica que esta pieza forma parte de una trilogía escénica, integrada por una pieza que dedicó a Leona Vicario y por otra más que realizará en torno a Francisco I. Madero.
La primera fue La increíble fuga de Vicario, la leona enjaulada, escrita en el marco del Festival Tiempo de Mujeres y dirigida por Paola Izquierdo, en marzo de 2020.
Y cerrará con una pieza sobre Madero, el espiritismo y la Santa de Cábora.
“La escribiré próximamente, se montará en 2023 y será sobre Madero, quien creía en Allan Kardec, el gurú del espiritismo, lo cual me parece fascinante e increíblemente teatral.
Esta trilogía, explica Ortega Vettoretti, trabaja lúdicamente con la historia a partir de un relato que se bifurca, donde los personajes clave dudan o se muestran vulnerables.
Finalmente, lamenta que exista un prejuicio ante las mujeres que hacen teatro histórico. “De pronto, como que ese género parece muy masculino y que debe ser totalmente solemne, pero para mí tiene que ser todo lo contrario: lúdico y antisolemne para conectar con el espectador”, concluye.
Juan Carlos Talaver