Isaías Villa González*.
El presidente López Obrador, su partido y aliados; el aparato completo de gobernantes y legisladores que han acumulado, sin rubor hacen todo por levantar la desangelada consulta denominada “revocación de mandato”.
Están desesperados, y provocan a la oposición y a la ciudadanía inconforme para que acudamos y los legitimemos con nuestro voto. Pero está claro: la manera más contundente de manifestarnos en contra de esta farsa inútil es no participar. La abstención es nuestro derecho, y una forma digna de protestar y exigir que se atiendan las prioridades del país.
La gente sufre el desempleo y la carestía. La violencia, la inseguridad, las masacres se extienden por todo el país. Periodistas siguen siendo asesinados. Los casos de corrupción cercanos al presidente no se aclaran. La justicia se manipula para favorecer a personajes oficialistas.
Y a pesar de toda esta problemática nacional, AMLO y cercanos se empeñan en esfuerzos y derrochan recursos, solo para satisfacer un afán narcisista y autocrático. Para polarizar a la población y reafirmar una fuerza en decenso, victimizándolo. El culto a la personalidad requieren reforzarlo; al menos por conmiseración frente a un peligro inventado.
Como demócrata, creo en las figuras de participación ciudadana; he participado en impulsar plebiscito, referéndum, iniciativa popular, etc. Pero siempre con esa idea: que tales instrumentos sean usado por la ciudadanía. En el proceso actual queda al desnudo el manoseo grotesco de la consulta: la impulsaron los propios seguidores del Presidente. Y no para la “revocación del mandato” sino para “que siga López Obrador”.
El mayor peligro es que luego busquen “ampliar” su mandato; tal como lo intentaron con el “Varguitas de BC”, Jaime Bonilla. Han mostrado tal desaseo en atropellar las leyes, que todo es posible.
Por si fuera poco, es obvio que buscan desacreditar al INE y a los avances normativos democráticos. Como mayoría, Morena y aliados impusieron sus reglas en la Ley Federal de Revocación de Mandato; pero después las han torcido sin recato alguno. Ahora buscan legalizar que todos los servidores públicos puedan promover la Consulta, lo cual está prohibido constitucionalmente. Antes restringieron al extremo el presupuesto del INE. La trampa es evidente: echarle la culpa al Instituto (y en particular al Consejero Presidente, Lorenzo Córdova) de la escasa participación; y luego en próxima reforma electoral buscar destituirlo, y en el extremo atraer las funciones electorales nuevamente hacia el Ejecutivo; tal como funcionaba en el viejo régimen priísta.
AMLO sacó 30 millones de votos en 2018. En 2021 la votación por Morena cayó a 16 millones. En la Consulta para “enjuiciar a los expresidentes” solo participaron 6.5 millones
de ciudadanos: poco más del 7% del Listado Nominal. La ley establece que, para que el resultado de la Consulta revocatoria sea válido y tenga consecuencias, se debe alcanzar un 40% de participación. Ese es el punto por el cual andan desesperados.
Por eso hay que dejarlos solos. Exhibirlos en su mediocridad y vileza. Seguramente los medios de comunicación documentaran el descarado acarreo y las presiones a los beneficiarios de los programas sociales; así como los carruseles, tacos de votos, etc. para llenar las urnas. Y aun así, no alcanzarán el resultado necesario. Pero eso sí, el lodazal será tan abundante, que la tal consulta pasará a la historia como un proceso sucio e inútil. Y sus impulsores y operadores quedarán manchados para siempre.
*Consejero Nacional del PRD.