Por. Patricia Betaza
La imagen estremece: se ve a un hombre con el torso desnudo, tirado en el piso totalmente inerme. Para varios más no es suficiente: empiezan las patadas una tras otra en el cuerpo, en la cabeza, siguen los golpes hasta que la persona queda totalmente desnuda y desmayada, junto a él otro hombre trata con los brazos de esquivar también las patadas. No hay forma de contener la furia humana. La furia ruge en toda la cancha. Golpes y más golpes, sillazos en las cabezas. Patadas y más patadas, puñetazos en rostros sangrantes, saña y más saña; odio y más odio porque no se le puede llamar de otra manera. No importan los niños que junto con sus padres gritan horrorizados. Uno de ellos ya sin la camisa del equipo rival, atraviesa la cancha con sus papás y la imagen de la vuelta al mundo. Era un encuentro entre el Atlas de Guadalajara y los Gallos Blancos del Querétaro. Pero la violencia exacerbada, sin ningún control -en las imágenes no se ve a ningún policía tratando de contener- nunca dio tregua. El partido se tuvo que suspender. El saldo fue de 26 personas heridas, 24 hombres, 2 mujeres. 3 fueron dadas de alta, 10 se reportan fuera de peligro y 10 en estado de gravedad. Por lo pronto, el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, reconoció que fue insuficiente y tardía la respuesta de las autoridades estatales, y que se están haciendo las investigaciones correspondientes. El subsecretario de seguridad, Ricardo Mejía, dijo a los medios que alistan una investigación para descartar si hubo grupos del crimen organizado en los actos violentos en el estadio, como algunos medios dieron a conocer el domingo. Dijo que debe haber protocolos para evitar que “al calor de la pasión, se den este tipo de incidentes y regular muy bien el consumo de alcohol que exacerba este tipo de comportamientos”. Por lo pronto, las imágenes y videos de lo ocurrido en La Corregidora dieron la vuelta al mundo. Aunque han habido antecedentes de actos violentos entre aficionados en otras canchas del planeta, lo vivido aquí se considera como de las más vergonzosas porque además ¿en dónde estuvieron las autoridades? La pregunta más dura sin duda es ¿cómo llegamos aquí? ¿Fueron los ánimos exacerbados por la pandemia? ¿Habrá castigo para los culpables o esperaremos a que la memoria lo olvide pronto?