Por. Raúl Flores Martínez
Las imágenes de las agresiones de los seudoaficionados de los Gallos Blancos del Querétaro a los del Atlas, son dramáticas, dan coraje, frustración y, sobre todo, deben de dar miedo en un país donde la violencia generada por el crimen organizado es cuestión de todos los días.
Esa violencia se llevó al campo de juego, esa violencia que aplica el crimen organizado ya está en las llamadas barras deportivas, esa violencia del sicariato del crimen organizado ya está presente y era obvio que los dineros que dejan las apuestas ilegales en los partidos de fútbol en México, dejan pérdidas millonarias.
Lo sucedido en el Estadio Corregidora de Querétaro, se puede tomar en dos vertientes. Una es la intromisión del crimen organizado, para ser preciso el llamado Cártel de Palmillas contra el Cártel Jalisco Nueva Generación, quienes se disputan la plaza de Querétaro, Hidalgo.
De acuerdo con la Información Filtrada, el líder de Cártel de Palmillas, también conocido como “La Nueva Empresa” o “Los Hades”, liderado por “El Beto”, se dedican a la sustracción de hidrocarburo (gasolina y gas LP), trasiego de drogas, secuestro y robo de transporte de carga.
Este sujeto acudió al Estadio Corregidora, junto con varios de sus sicarios con la finalidad de “saldar cuentas” con un integrante de la barra del Atlas, conocido como “El Herón”, de la Barra 51 del Atlas ligado al Cártel Jalisco Nueva Generación.
Estos dos sujetos ligados al crimen organizado, ya se traían entre ojos desde tiempo atrás por la lucha de la plaza; lo que pasó en el estadio, solo fue del encono que se traen por el robo de combustible que deja millonarias ganancias ilícitas.
Sin embargo, la intromisión del crimen organizado se viene dando desde hace años dentro del fútbol mexicano en distintos ámbitos. El claro ejemplo, se dio durante el juicio de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, ‘El Chapo’ Guzmán, en donde uno de los testigos confirmó que el futbol mexicano recibió en su momento inversiones con dinero procedente del narcotráfico.
Tirso Martínez Sánchez, apodado “El Futbolista”, presentó su testimonio en el juicio en Nueva York. En el mismo, narró diferentes situaciones de su vida como narcotraficante, incluida la llegada de dinero ilícito a clubes mexicanos.
Martínez hizo su fortuna distribuyendo droga para el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Ciudad Juárez. Sus ganancias las invirtió posteriormente en equipos de futbol, particularmente en las ciudades de Querétaro, Celaya, Irapuato y La Piedad.
El excolaborador de Guzmán Loera, pagó entre 600 y 700 mil dólares por adquirir a los Venados de Yucatán y 2.2 millones de dólares por La Piedad. Este último lo vendió en 2004 por 10 millones de dólares, cantidad que pagó la Federación Mexicana de Fútbol en 2006 tras conocer la identidad del futbolista.
Las investigaciones están en curso, quizá oficialmente no se sepa quiénes fueron los que iniciaron esta masacre en el Estadio Corregidora de Querétaro, quizá el crimen organizado pese nuevamente en estas investigaciones que se quedarán encarpetadas, como muchas más.