Raúl Flores Martínez.
¿Entonces en México ya no hay masacres? Vaya golpe que le dio el crimen organizado al Presidente Andrés Manuel López Obrador con la ejecución de al menos 17 personas en la comunidad de San José de Gracia del municipio de Marcos Castellanos, Michoacán.
Una fuerte cachetada a ego del mesías tabasqueño que, en su conferencia mañanera, solo atinó a decir “Ojalo no sea cierto” que decir del propio gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla aseguró “no hay cuerpos, tampoco hay heridos”.
Con el transcurrir de las horas, se sabe que los ejecutados son integrantes de la Familia Michoacana y los ejecutores son sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación, dos organizaciones criminales que están establecidas con guerra continua en la entidad.
Algo que deben de aprender tanto el Gobernador Bedolla, como el propio Presidente, es que el crimen organizado, se lleva los cadáveres cuándo no quiere que los investiguen, cuándo no quieren que haya “entrometidos en las comunidades”.
Desde los tiempos de “Los Zetas”, se ha dado eso de cargar con sus muertos en las camionetas que suelen tener, se los llevan y se los dan a los “pozoleros”, quienes tienen la tarea de disolver los cuerpos de las víctimas en ácido para desaparecer los cuerpos.
Esta técnica se tiene en los manuales de algunos ejércitos centroamericanos para evitar que aparezcan los cuerpos, bajo el argumento que sin cuerpo no hay delito que perseguir. En el caso de los ejecutados de la comunidad de San José de Gracia, se tiene que ocultar el delito, aquí no hubo un mensaje para los contras, para los sicarios enemigos del CJNG.
Aquí hay algo más profundo en esta ejecución, hay algo que aún no interpretan las propias autoridades, el mensaje es claro. Desaparecidos, es igual a una venganza para aquellos que se metieron con el CJNG, un mensaje de no habrá descanso para tu familia, no habrá sepultura para tus muertos.
Estos mensajes de acuerdo con algunos sicarios detenidos desde hace años por la extinta Policía Federal, señalaban que los mensajes son para los integrantes de una familia o comunidad para advertirles que ya tienen dueño y a quién les pagaran un derecho de piso.
Queda la pregunta en el aire ¿Y los muertos apá? Muertos que quizá ya estén en fosas clandestinas que se suman a los miles de muertos en las cientos de fosas clandestinas, hechas por el crimen organizado, muertos que jamás serán enterrados por estar disueltos en ácido.
Mientras el gobernador Bedolla y el Presidente López Obrador, siguen de incrédulos, la guerra, la que vivimos a diario, sigue en su apogeo mientras el mandatario sigue en su era de los abrazos y no balazos.