Carlos J. Pérez García

Carlos J. Pérez García.

Al parecer fueron algo rápidas y furiosas las respuestas de apoyo al presidente, tras la amplia e intensa reacción contraria de quienes no pertenecemos a su congregación ni dependemos de ella para subsistir. Ese fin de semana dominó la repulsa a sus excesos al descalificar y hostigar a periodistas que han rastreado el nivel de vida de los integrantes de su “austera” familia.

Y, ojo, ya el domingo se empezaron a observar los frutos de la operación oficial para contrapesar la catástrofe. Las redes sociales habían apabullado al perpetrador y nos confirmaban que se le han vuelto “malditas”, de manera que optaron por la vieja práctica de los desplegados… ya conocidos pero con otros rasgos.

El primero fue el de los gobernadores de la 4T, 18 en total: 16 de Morena, uno del PES y otro del Verde. El texto es muy extraño pues omite precisar por qué lo respaldan y, al mismo tiempo, glorifica su “transformación” y se pronuncia a favor de la reforma eléctrica. No faltan falsedades evidentes como que “en la pandemia ningún mexicano se quedó sin una cama de hospital”, o que “el estadista rompió con el viejo régimen y todos los días consolida un nuevo modelo económico, social, ético”.

Han sido más agresivos que eficaces estos intentos de contrarrestar las duras críticas con escritos similares que igual son firmados por legisladores, alcaldes o hasta miembros del Gabinete que fueron convocados a competir con sus apoyos. Para el de los gobernadores poco después el INE ordenó que, al estar prohibida la propaganda en veda electoral, se diera de baja el desplegado que había coordinado Claudia Sheinbaum desde la CdMx y habían tenido que aceptar los mandatarios.

En el de los senadores de Morena (53 de 61) se comprometió su respaldo incondicional al presidente que “encarna a la nación, a la patria y al pueblo”, mientras que quienes no lo apoyemos seríamos “traidores a la patria”. Estas desmesuras han sido muy impugnadas, aparte de que algunos han señalado que, si bien aparecen ahí sus firmas, nunca fueron consultados. Luego, con 61 votos rechazaron una investigación del potencial conflicto de interés del famoso hijo mayor.

Amlo también ha hablado de ataques de conservadores que quieren derrocarlo porque están en contra de su transformación: según dice, pretenden que regrese la corrupción que se habría erradicado, al igual que la impunidad. Da a entender, en suma, que con grandes cantidades de dinero los “malos” estaríamos embistiendo a los buenos (ellos).

Y, en forma similar al caso del INE, se intenta exhibir al INAI con peticiones que se saben improcedentes, aunque han sido contestadas sin dificultad de acuerdo con la Ley y la Constitución. Continúan así las presiones a este instituto por fuera de su marco legal.

Miren, desde niños sabemos que una mentira lleva a más y más mentiras (para cubrir o justificar las anteriores), e igual un gran mentiroso hace que surjan muchos otros (no sólo por el ejemplo, sino por la ciega aceptación “solidaria” de lo que diga el jefe). Hoy en México se vale mentir abiertamente, tal como ha sucedido en Estados Unidos con Trump.

Esta auténtica comedia de equívocos está afectando ya la popularidad del Amado Líder, y todo ello lo lleva a acciones desesperadas para que el desgaste no trascienda tanto de las redes a otros ámbitos: censura en varios casos y amenazas en diversos niveles. También, de hecho, se radicaliza la postura del gobierno, según confirman los desplegados o las últimas mañaneras… y se descalifica, con toda facilidad, a los que eviten apoyarlo.

No coincido con quienes ya lo ven derrotado. En realidad, esa desesperación tiende a reavivar sus peores facetas, que lo llevan a luchar sin más límites que su salud (física y mental), a la vez que cierto autoritarismo dictatorial se ve necesario entre sus fieles y lo ven justificado por las condiciones de desatención o rechazo de la ruta de cambio que, para el sólido liderazgo entre ellos, sería muy superior a cualquier alternativa.

El caudillo raya en lo demencial, pero está convencido y va contra todo. Le basta con su “pueblo” … y el país lo paga.

Me queda claro, en fin, que con esas firmas se ratifica la propaganda y el espíritu de cuerpo de la 4T: la lealtad ciega al ineficaz pero poderoso presidente, le asegura allí el apoyo hasta en temas personales y familiares, a fin de desechar denuncias de ciudadanos o periodistas. Esto, oigan, genera tensiones y desgastes, así como impunidad e ingobernabilidad.

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