Isaías Villa González*.
Ayer un conjunto de perredistas acompañamos a Jaime Martínez Veloz, nuestro excandidato, a interponer una denuncia penal ante la Fiscalía General de la República contra Jaime Bonilla, exgobernador de Baja California emanado de Morena. La falta: usurpación de profesiones, al ostentarse como ingeniero industrial por la UNAM, sin serlo. Constancias de la Secretaría de Educación Pública (Registro Nacional de Profesionistas), y de la propia UNAM (Archivo General y Sistema Integral de Administración Escolar) lo demuestran.
Una mancha más a las panteras, a Bonilla y a Morena. Menor, dirán. Múltiples han sido los hechos ilegales e inmorales en que el personaje y su partido se han visto involucrados. Más aún, si alguien puede representar la farsa que es Morena, ése es Bonilla.
Un breve recordatorio de algunos hechos importantes. Jaime Bonilla poseyó doble nacionalidad, norteamericana y mexicana, hasta 2012, habiendo juramentado la constitución de EEUU. Ello lo inhabilitaba para ser siquiera candidato, menos a desempeñarse como Senador y Gobernador, cargos en que Morena lo encaramó. Martínez Veloz lo denunció; las autoridades hicieron caso omiso. La (sin)razón: Bonilla es amigo del presidente López Obrador, quien más de una ocasión lo ha ensalzado públicamente.
Como Gobernador fue un desastre: autócrata, corrupto, ineficiente. Lo más relevante, que lo convirtió en noticia nacional, no fue alguna gran obra, alguna política pública progresista y novedosa, alguna medida favorable a la sociedad. No, el gringo Bonilla se volvió famoso porque intento hacer realidad la película La Ley de Herodes, en donde el alcalde Varguitas cambia la Constitución a modo, en San Pedro de los Saguaros, para extender su mandato (20 años en la película). Bonilla impulsó un desaseado proceso, sometiendo al Congreso de Baja California, para modificar la Constitución del Estado, y así ampliar 3 años más su gubernatura. Es decir, para reelegirse inclusive sin someterse a una nueva elección; toda vez que la reforma así lo planteaba. La Suprema Corte de Justicia, por unanimidad de sus Ministros, aceptó el recurso de inconstitucionalidad promovido por el PRD y otros actores, e invalidó las ilegales modificaciones.
La mayor trascendencia del hecho es que tal disparate insinuaba la intención de experimentar la posibilidad de extensión de mandato, a nivel local, para luego trasladarlo a nivel nacional. En diversas ocasiones, seguidores de AMLO en lo público, y algunos personajes de Morena, en privado, han expresado ese deseo. La propia consulta en curso, que legalmente debiera ser de “revocación de mandato”, ha sido manejada por el presidente López Obrador, por Morena y los seguidores de ambos, como un ejercicio de promoción del mandatario; y de su continuidad. A estas alturas asunto imposible legal, política y socialmente. Ya no digamos moralmente, valor que Amlo-Morena desprecian.
El más reciente caso en que Bonilla está involucrado, se refiere al asesinato de la periodista Lourdes Mendoza. Como es sabido ella personalmente había advertido al presidente, en una mañanera (26 de marzo de 2019), temer por su vida. Señaló entonces como causa los diferendos con Jaime Bonilla, por un juicio laboral que le había ganado. El 23 de enero fue ejecutada en Tijuana. Al otro día, el presidente, sin ningún elemento, deslindó a Bonilla. Hasta el momento se han detenido a 3 presuntos autores materiales, pero se dice desconocer móvil y autor(es) intelectuales del crimen.
Bonilla retrata como pocos la imagen de Morena. Solo le compite el sátrapa Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz. Quizás frente al descomunal escándalo de corrupción, conflicto de intereses, tráfico de influencias y otras ilegalidades que sugieren el caso de la “Casa Gris” ligada a José Ramón López Beltrán, el caso Bonilla pudiese parecer menor. Pero hay dos cosas: es importante destacar que no son hechos aislados, sino que el prometido cambio, la “moralización” de la vida pública y de más cantaletas de AMLO y su partido, son una farsa. Y nuestra máxima Casa de Estudios, la UNAM, merece respeto como una de las más nobles instituciones de los mexicanos; y no es admisible que un personaje tan siniestro usurpe un título en su nombre.
*Consejero Nacional del PRD.