Jorge Miguel Ramírez Pérez.
La verborrea con la que cada país se quiere conducir o con la que lo manipulan para endulzar oídos, es irrelevante cuando se habla y se habla, pero no se afectan los mecanismos de la realidad geopolítica y los intereses adheridos a la misma. Por ahí va el tema de las energías, en México.
Es lugar común hacer castillos en el aire con discursos que conmuevan a los timoratos, siempre se ha esgrimido defender la revolución, sus instituciones y luego a México, sus recursos.
El gobierno mexicano tiene antecedentes de sobra de hacerse el justiciero contra los enemigos de la patria, la reacción, los emisarios del pasado, ahora son los conservadores y los neoliberales, todos simples fantasmas contra los que se desatan maldiciones y, se toman decisiones fatales con cualquier pretexto, como ese de López Portillo: “no nos volverán a saquear”. Y se perdió la banca mexicana, hasta ahora.
La realidad siempre tarde o temprano se impone contra los sueños guajiros.
En estos días se va a ver de que trata ese follón que el régimen actual propone como reforma eléctrica, si es una regresión al control del estado de los procesos de la energía; que, de hecho, los sigue reteniendo o se va a profundizar en los hechos, la interrelación energética con el bloque norteamericano al que pertenecemos.
Porque hasta ahora lo que hemos oído son quejas de abusos en contra de empresas, una de ellas Iberdrola, en la que Felipe Calderón prestaba sus servicios; pero aparte de satanizarla no se han deslizado datos concretos o de amplia difusión acerca de lo malévolo de dicha empresa. Fraudes, maniobras financieramente sucias, que merezcan detalles alarmantes y de indignación. Hemos estado a la espera durante de tres años de evidencias, pero o salen por ahí, escondidas, o sencillamente son un secreto que se oculta.
Se oye que hay que rescatar a CFE y a PEMEX chatarras sin futuro, sobre endeudadas, repletas de burocracias doradas y dominadas por sindicatos corruptos y abusivos.
Se repite que son empresas de los mexicanos, no se dice que son empresas de lo más corrupto en el país. Cientos, sí cientos de historias de corrupción se desprenden de esos elefantes costosos, que evaporan los recursos y divisas que gana el país por otras fuentes.
Y se han propuesto a costa de lo que sea, revivirlas con argumentos chovinistas, de la mente nacional-socialista de Manuel Bartlet, asiduo de Carl Schmidt el pensante malvado del nazismo. A décadas de esas medidas de control estatal, se quiere forzar lo que nunca podrá ser, que el gobierno en nombre del estado maneje una empresa, ni de cacahuates, porque quiebra.
La reforma peñista que limitaba el monopolio de CFE un poco, dando una bocanada de oxígeno a esa burocracia gandalla, mediante capital privado; al probar que el esquema funciona, y que se empezaba a producir más energía y dividendos; el gobierno como siempre, la quiere toda, otra vez el monopolio, que tuvieron por medio siglo y que no pudieron despegar. No se vale.
Quieren llevar al Congreso la contrarreforma ya planchada, pero necesitan más votos que los que tiene Morena y aliados, porque se necesita mayoría calificada, por eso está ahí Ignacio Mier gente de Bartlet, como líder de los gobiernistas; y ya convencieron a Rubén Moreira, el jefe de los diputados priístas siempre y cuando les cedan los de Morena, el gobierno de Hidalgo para su esposa, Carolina Viggiano, la número dos del PRI nacional. Así de burdos son.
Y se les aparece EUA, declarando que no quieren un impacto negativo, como les dijo en enero a todos los funcionarios mexicanos en todos los foros, la Secretaria de Energía de ese país, Jennifer M. Granholm.
Hasta allí resultaba claro, que lo del Impacto negativo de la contrarreforma es algo sopesado, que afecta el Tratado comercial que tenemos.
Hace unos días sorprendió el embajador de EUA Ken Salazar, al declarar que: “la reforma eléctrica es necesaria “; Obrador le elogió: “muy bien, Ken”. Argumentaba que era un instrumento del 2013, que debía revisarse. Los analistas perspicaces no le ven contradicción, porque suponen y no mal, que la ya citada reforma tiene los elementos que no rompen con los intereses de los inversionistas, sobre todo los estadounidenses y del Canadá. Tal vez afecten a otros como Iberdola.
La versión tiene el antecedente que se relaciona a la reforma peñista, con la manufactura de los asesores de Hillary Clinton; como se publicó en blogs underground pero muy leídos en Washington. Nunca desmentidos. No sería descartable que una nueva reforma tocara temas a fondo, todavía mas que la anterior, con adendos de autoría externa.
Finalmente resulta evidente que la presencia hoy de John Kerry en Palacio Nacional, es para puntualizar los intereses geopolíticos de la sociedad tripartita entre México, Estados Unidos y Canadá. Sobresale el tema ambiental, porque él es el encargado de Biden en lo referente al cambio climático, pero no es menor el hecho de que Kerry conoce a fondo las entrañas del acuerdo energético vigente y tiene experiencia de sobra, él reemplazó a la Clinton en el Departamento de Estado, y su insignia es ir por energías limpias. No coincide con Bartlet, promotor del combustóleo y el carbón.
Lo que resulte aparte de los discursos y sonrisas de cajón, seguramente cuestionará la reforma eléctrica como se la habían imaginado el binomio Nahle-Bartlet. Creo que Obrador cederá, pero forzará también incluir el absurdo de seguirle tirando dinero a la pesada carga que representa CFE. Es un error, pero que paga México siguiendo a su líder. Es nuestro boleto. Lo que si es cierto los socios no van a pagar por nuestros desaciertos, eso es otra cosa.