Alejandro Rodríguez Cortés*.
Durante 35 años de peregrinar por oficinas de comunicación institucional públicas y privadas, jamás me referí a periodista alguno con juicios o prejuicios en ningún sentido, conocidos o no ellos, afines o distantes de mis ideas políticas o de mis compromisos profesionales.
Hoy, como consultor privado de asuntos de prensa y relaciones públicas, tampoco lo he hecho por las mismas razones que tienen que ver con mi irrestricto respeto a la labor periodística, a la libertad de expresión y a la crítica al poder público como condición necesaria para una democracia, con lo que he estado comprometido toda mi vida, aún siendo vocero gubernamental.
Pero llegó el momento de hacer una excepción en estos días aciagos para aquellos principios, en tiempos de constante hostigamiento desde el poder a comunicadores, comentaristas, analistas o académicos que tienen espacios en medios de comunicación tradicionales, electrónicos o digitales.
Debo hablar hoy de Loret, de López Dóriga, de Víctor Trujillo, de Rivapalacio, de Curzio, de García Soto, de Maldonado, de Gómez Leyva y de tantos otros que han sido objeto de escarnio desde el púlpito mañanero, con todo el peso de la palabra y los juicios de valor del presidente de la República, que deben cesar de inmediato y por completo aunque se disfracen de derecho de réplica presidencial.
Mi solidaridad con todos ellos en estas desiguales controversias, y por supuesto mi empatía con los deudos de aquellos periodistas que en este entorno viciado han sido asesinados. Mi exigencia a que Andrés Manuel López Obrador abandone la muy peligrosa balandronada de que sólo hace buen periodismo quien apoya a su gobierno y, peor aún, quien asume una posición de abyecta lambisconería que justifica absolutamente todo lo que tiene que ver con la mal llamada Cuarta Transformación.
Por ello, deploro a los apologistas del régimen, que en las mañaneras juegan el papel de patiños y de distractores que desperdician tiempo de un supuesto ejercicio de rendición de cuentas para que no se aborden los temas espinosos que incomodan al presidente: la recesión económica, la criminal gestión pandémica, la incontenible violencia generalizada y los escándalos de presunta corrupción en que están envueltos cercanos al presidente, incluidos sus hermanos y su propio hijo mayor.
Debo hablar mal y repudiar a Lord Molécula, al “pirata”, a la “atleta keniana”, a los “chapuceros” oficialistas y también a los Attolinis, Gribranes y Hernanes que adornan sus abyecciones con elegantes disertaciones dizque académicas. Tengo que exigir que se cancele el semanal “Quién es Quién en las mentiras” y que la señora Vilchis no vuelva a ensuciar la labor de ser portavoz de la Presidencia de la República.
Pero también no dejo pasar el lamentable papel de los moneros favoritos del régimen, que hace no mucho tiempo se retrataban felizmente con Carmen Aristegui y ahora guardan silencio simplemente porque el presidente, sí, el presidente de la República cambió de opinión sobre el valor del periodismo que ejerce y que siempre ha ejercido Carmen.
Debo decir que aunque nunca simpaticé del todo con la labor profesional de Aristegui -pienso que durante mucho tiempo hizo periodismo militante- siempre respeté sus trabajos y repudié los ataques de censura que sufrió. Hoy, aunque cayó de la gracia de su antiguo amigo, a quien apoyó rebasando quizá la línea de la objetividad analítica, expreso mi solidaridad con ella por haber sido arrojada al basurero de lo que AMLO siempre consideró como “la mafia del poder”. No lo merece, aunque haya quienes digan que sí por su abierto proselitismo por el hoy presidente de la República.
Y a los actuales y deleznables funcionarios del régimen, particularmente al jefe de los medios de comunicación del Estado mexicano, mi repudio por su escandaloso silencio ante lo que como periodista él condenó enérgicamente hace no mucho tiempo.
¿Ni una palabra empática por Carmen Aristegui, don Jenaro Villamil? ¿Algo más allá de un frío pésame por la muerte de colegas? El mutis es ensordecedor.
*Periodista, comunicador y publirrelacionista.
@AlexRdgz
