Rubén Cortés.
Al hablar, igual que el Che Guevara, sobre la muerte como “la posibilidad real del hecho”, el presidente alebrestó el avispero de la sucesión que había adelantado para poder construir a su candidata presidencial, quien es la antítesis suya: inexpresiva y rígida.
La reciente enviada de Washington a hablar aquí con el presidente también ayudó a avivar la mecha, pues se reunió con Ricardo Monreal tras ver que le clavaron a la Jefa de Gobierno en un encuentro, y de entrevistarse con el canciller por protocolo.
Algo vio Jennifer Granholm en el aspirante presidencia Monreal, pues no quiso irse sin verlo ni mandar el mensaje de que lo vio. La respuesta del gobierno llegó rápido: 29 de 61 senadores de Morena empezaron a moverse para destituir a Monreal como su jefe.
Monreal se les convirtió es un grano en la nariz por sus suaves maneras de político a la vieja usanza para tratar con los demás, y hacerles creer que tienen toda su atención, sus arranques de independencia del presidente y su cabildeo con la oposición.
Y van por él. Esos 29 senadores escogieron el pretexto de tratar la Comisión Especial sobre abusos de autoridad en Veracruz, porque dicen que la creó Monreal sin contar con ellos, tras la detención de su secretario técnico en la Junta de Coordinación Política.
Pero, del intento de desconocer esa Comisión Especial se seguirán de filo hacia la destitución de Monreal, lo cual es un despropósito de su parte, aunque muy lógico si se observa que lo promueve menos pensante de la bancada de Morena en el Senado. Veamos:
César Cravioto, Antares Vázquez, José Narro, Malú Micher, Nestora Salgado, Susana Harp, José Antonio Álvarez Lima, Napoleón Gómez Urrutia, Ana Lilia Rivera y Héctor Vasconcelos.
Ir contra Monreal rompe el bloque morenista que le permitió al presidente, a través de las suaves maneras del zacatecano, negociar con el resto de las fuerzas políticas la aprobación de reformas fundamentales para él.
Y pone al presidente en riesgo la aprobación de sus principales reformas legislativas pendientes: la eléctrica, la electoral y la de la Guardia Nacional. Pero sobre todo fortalece a una oposición que, en estos tres años, ha estado muy disminuida y en crisis de unidad.
Además, la búsqueda de la cabeza de Monreal se produce a cuatro meses de las elecciones en Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, donde Morena enfrenta fracturas con sus partidos aliados.
Monreal, además de experto operador electoral, es el único negociador aceptado por todos para limar asperezas. Pero lo quieren echar y sólo lograrán ponerlo como una víctima del sistema, como ha sido visto antes el propio presidente.
Y eso sí reditúa. El presidente lo demuestra a diario.