Raúl Flores Martínez.
En los últimos tres años en México, se ha modificado el mapa criminal del narcotráfico, dónde solo se tiene dos grupos predominantes.
El cártel del Pacifico llamado vulgarmente “cártel de Sinaloa” y su ex brazo armado Cartel Jalisco Nueva Generación, dos organizaciones transnacionales que han utilizado las diversas rutas rumbo a Estados Unidos para el trasciego de estupefacientes.
Las demás organizaciones nacionales, se han vuelvo pequeñas bandas locales que comparten sus plazas con otras bandas antagonista, que se pelean las migajas de los dos carteles criminales.
Algo que debe de llamar la atención, es que estás pequeñas organizaciones, siguen teniendo el poder corruptor de instituciones de seguridad y procuración de justicia, siguen captando funcionarios que los apoyan para el famoso “pitazo” en los operativos policiales.
Uno de estos grupos, que supuestamente ya habían sido borrados de la radiografía criminal, era el cártel de Los Caballeros Templarios que nuevamente apareció en Morelia, Michoacán al ejecutar a un Teniente de la Semar, el pasado 3 de enero.
De acuerdo con las investigaciones que realizó el área de inteligencia naval, ayer se detuvo a cuatro sicarios de está organizando criminal que ha regresado fortalecida al plano criminal en Michoacán.
Esto es lo que sucede, cuando no se tiene una continuidad en las estrategias de seguridad, por lo menos en este sexenio, no hay estrategia, lo que conlleva al fortalecimiento de las organizaciones criminales.
Estamos nuevamente en el umbral del narco gobierno, una realidad que al igual que en los años dorados de los grandes cárteles, se iniciará una feroz disputa por el territorio nacional.
Esta nueva era donde alcaldes y gobernadores, fueron impuestos o apoyados por el crimen organizado con beneplácito de su partido político, algo que en unos meses nos costará muy caro a los mexicanos.
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