Carlos J. Pérez García.
Resulta inescapable, creo yo, si queremos evitar que acabe de hundir a México un gobierno tan vacío y fallido, tan absurdo e incongruente. Necesitamos, oigan, algunas precisiones en cuanto a I) las etiquetas ideológicas en juego y II) los perfiles sicológicos de un fuerte liderazgo. Todo debe ayudarnos a que, en caso de enfrentar a la 4T de un hombre tan errado, popular y poderoso, no terminemos por robustecer su capacidad destructiva.
I) Eso de polarizar y meter en todo la ideología es muy peligroso pues, aunque favorezca al que los alebresta contra algo, confunde y radicaliza a resentidos que odian y se vuelven violentos. Así se enreda la separación de conservadores y liberales, o de derechas e izquierdas, y el presidente no sería hoy liberal sino regresivo hacia el antepasado. Por su parte, los derechistas hablan de izquierdistas como un insulto, cuando éstos se sienten orgullosos de serlo (lo de ‘comunistas’ más bien da risa): en realidad son sólo demagogos populistas. Un enojado derechista ve numerosos “izquierdistas”, mientras que uno izquierdista halla demasiados “derechistas” con crueles prejuicios de ambos lados.
II) No pocos piensan que el presidente es un tonto redomado o incluso demencial, pero yo concluyo que a pesar de que ignora o desbarra tanto, resulta realmente un “grillo” taimado y perverso que actúa en forma consciente y autoritaria, con gran capacidad para comunicar y falsear en sus locuaces mañaneras. No es cualquier güey, ojo, y los ataques que recibe (memes o insultos) lo victimizan y consolidan con más popularidad entre sus feligreses, que se parecen bastante al líder. A la inversa, su mote peyorativo de ‘fifís’ ha gustado tanto al verse como “gente educada, estudiosa y trabajadora”, que muchos se lo ponen a sí mismos y él ya no lo usa; a la vez, dijo que ¡para ser fifí se precisan 500 millones de dólares (otros seríamos sólo aspiracionistas)!
Miren, el fanático derechista gritaba “Marxistas, liberales, miembros de la élite”, al avanzar a zancadas hacia la ejecución de una masacre histórica de niños y jóvenes en una isla noruega cerca de Oslo, que el día anterior, el 21 de julio de 2011, había sufrido un bombazo contra la oficina del Primer Ministro que fue perpetrado por el mismo extremista, Anders Behring Breivik, según se reiteraba poco después y a lo largo del sonado juicio.
De estas dos brutales matanzas el total de muertos ascendió a 77 (8 en el primer atentado) y el de heridos a 300. El mandatario pertenecía al partido Laborista y el campamento de verano reunía en la isla a 650 muchachos invitados… todo ello tuvo un gran impacto y ha dejado secuelas profundas a Noruega, un país nórdico que no conocía el terrorismo ni sus resabios racistas (pueden ver la película ‘22 de julio’ en Netflix).
En fin, al igual que los fanatismos y las confusiones ideológicas, los insultos de ‘naco’ (clasista) o viejo pendejo (sensaciones) no ayudan a detener un mal gobierno que, si bien es rechazado por millones, también se ve apoyado por millones. Incluso, como en el caso de los errores, los ataques (la estatua derribada) se vuelven distracciones y favorecen al Amado Mesías entre sus partidarios o legisladores.
* NO ‘LOS OTROS’, SINO los datos reales de la pandemia continuada indican de nuevo graves equívocos en las supuestas estrategias de salud pública. La polítiquería y las prioridades del gobierno siguen por encima de criterios científicos e intereses de la población, lo que a la larga es más costoso para todos y nos implica reencuentros pendientes.
Aun así, celebro que a donde he ido estos meses la gente usa cubrebocas, aun cuando el presidente y sus autoridades de salud se niegan a recomendarlo. En diciembre los políticos a nivel local o federal convocaron a festejos masivos y gratuitos: al estar menos accesible el pan, se ofrece más circo… el dinero ya no alcanza y los “ahorros” o subejercicios salen más caros en vidas humanas.
Este arranque de año fue fatal en cuanto a omisiones e incongruencias de los responsables ante nuestra epidemia, lo cual se habrá de traducir en más dolor para los mexicanos. El 6 de enero se cumplieron 666 días de que la OMS declaró la pandemia de Covid-19, y acá los errores no reconocidos se repiten: desdenes de amenazas, insuficientes pruebas, remedios caseros, vacunas limitadas…
Igual, la narrativa se aleja de la realidad en la economía: vamos retebien y la inflación es como cuando se calentaban los coches. Así no.
@cpgarcieral