El telescopio espacial James Webb, una revolución en la observación del universo que los astrónomos de todo el mundo esperaban desde hace treinta años, despegó con éxito el sábado a bordo de un cohete Ariane 5, y se situará a 1.5 millones de kilómetros de la Tierra.
«Buena separación telescopio Webb, Go Webb», anunció Jean-Luc Voyer desde la base espacial de Kurú (Guayana francesa). La parte superior del cohete Ariane soltó tras 27 minutos de vuelo el telescopio, que ahora tardará un mes en alcanzar su punto de observación, a unos 1.5 millones de kilómetros de la Tierra.
El telescopio más grande jamás enviado al espacio orbitará alrededor del Sol a unos 1.5 millones de kilómetros de la Tierra con la ambiciosa misión de responder dos preguntas fundamentales para la humanidad: ¿De dónde venimos? y si, ¿estamos solos en el universo?
Su potencia debe permitirle escrutar hasta el «amanecer cósmico», el momento en que las primeras galaxias empezaron a iluminar el universo después del Big Bang, hace 13.800 millones de años.
También debe ayudar a comprender la formación de estrellas y galaxias, y observar los exoplanetas para que los astrónomos descubran más de ellos, y eventualmente, puedan identificar en el futuro otros como la Tierra.
James Webb seguirá los pasos del telescopio Hubble, que revolucionó la observación del universo. Es gracias a él que los científicos descubrieron la existencia de un agujero negro en el centro de todas las galaxias o de vapor de agua alrededor de exoplanetas.