México alcanzó el desorden y la ficción el nivel de locura colectiva jamás imaginado

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

No solo hay una larga lista de datos reales que indican el título de esta entrega, y no los transcribo porque se agotaría el espacio y todos los conocen y los padecen; además sería, un ejercicio desalentador recordar que cada día el país en su conjunto, se desbarranca entre un desastre descomunal y una división promovida desde arriba para confrontar a los mexicanos.

Este entorno que proyecta mayores e incontenibles daños a la economía, a la desintegración nacional y a la pérdida territorial de la materialización legal consustancial a un país serio y estructurado, apenas asoma consecuencias para la mayoría de los pobladores, que se sienten encantados con la situación que se impulsa en la demolición institucional.

¿Porqué no pueden 7 de cada 10 mexicanos según las encuestas de apoyo al presidente, ver el panorama desalentador como está realmente?

Porque ni modo que no vean las pérdidas de empleos y del valor adquisitivo de la moneda. Ni modo que no padezcan directa o indirectamente la proliferación de las bandas delincuenciales ¡Claro que sí!

Hablar de un 7.8 % de inflación de acuerdo con las mediciones que toman como referencia la canasta básica, es solamente precisar una parte de la crisis inflacionaria, que, en su conjunto, llega a duplicar los precios de algunos productos que no se encuentran en la lista de los indicadores oficiales. El hecho, es que la escalada inflacionaria no tienen forma de pararla y la cortina de concreto que detenía la inundación ya se fisuró y cada día se va abrir más, representando un peligro para México, como se dijo parafraseando otras épocas electorales.

Entonces la causa por haber votado por esa entelequia que es Morena y por Obrador, no debe buscarse en los resultados de tres años de fracasos y promesas incumplidas; porque es obvio que nadie está pensando objetivamente en hacer una evaluación del “gobierno”, que por cierto se rehúsa a gobernar, se niega a poner orden que es su primera obligación. Y en cambio todo mundo, aunque identifican errores específicos y los señalan, le siguen brindando apoyo a Obrador. ¿Inexplicable la contradicción?

Aparentemente no puede ser congruente esa muestra de percepciones, porque se esperaría que la lógica se impusiera en lo elemental: ¿cómo mostrar satisfacción a quien tienen el control absoluto del gobierno y a la vez tropieza burdamente en todo, en sus planteamientos estrambóticos y en sus procedimientos de acción gubernamental inmersos en lo absurdo y de ignorancia plena de las ciencias del gobierno?

¿Es una locura?

Por un lado, definitivamente, sí. Porque lo que plantea es ficticio, y mucha gente no le da la cabeza a entender que regalar dinero con fines electorales lleva a la quiebra al país, a cualquiera, si no fuera así otros demagogos más experimentados lo habrían hecho. O tirar un dineral en una consulta que no tiene pies ni cabeza, es solamente un capricho por la sencilla razón que las leyes de todo el mundo no son retroactivas, y así cada día los caprichos se suceden como ese de regalar un libro a asesinos profesionales, secuestradores, y hampones de toda laya violentos; un libro, cualquier libro como medicina o recurso sucedánea en vez de aplicar las leyes que entonces habría que tirarlas a la basura, según esas recetas candorosas o acobardadas, lo que usted prefiera.

Pero me parece que mas allá de lo desorbitada que puede ser una masa, hay una motivación mayor que personifica Obrador, un deseo irrefrenable de envidia y venganza por la gente que estuvo en el poder o por la gente que tiene un peso más, así de pedestre y terrible resulta ser el común denominador que conjunta una emoción colectiva de odio en la comisura de los labios, de millones que sabiéndose mediocres, desmotivados y sin rumbo, se conforman con mascullar sus resentimientos en la satisfacción de ver o sentir o al menos creer, que les está yendo mal a los que se les envidia.

Grave conclusión que ha pasado por mi cabeza que espero sea solo una postura de moda pública y no de raíces de amargura inacabable.

Pero la insidia colectiva se sembró entre los mexicanos. Es un hecho, cotidiano.

Quien debería ser el líder de los mexicanos se solaza, disfruta, dividiéndolos por diversión perversa.

¿O que se busca además de destilar veneno entre las personas que debería ser conducidos a verdaderas acciones legales y legítimas?

Un país rico y poderoso en manos de criminales considerados como amigos. Un gran y enorme México en manos de la misma oligarquía de siempre, sin castigos a los corruptos que ya no se puede pensar que lo sean porque no hay voluntad capacidad o carácter para castigar a nadie, un territorio en muchos lugares intransitable, peligroso; una burocracia incapaz, una oposición amenazada o comprada a cambio de impunidades, un país de tráfico de personas y en cada mala noticia, en cada mala decisión, incondicionales de Obrador haciendo de las suyas…

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